Ansiedad y depresión

Una de cada cinco personas sufre ansiedad o depresión, pero, aun así, no todas se medican dado que, cada una busca la mejor manera de convivir con el trastorno. Pero igualmente, la mayoría sí que lo hace y esto, se ve en la gran cantidad de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos que se venden. Ahora, también debo decir que son casi milagrosos dado que, pocos minutos después de su consumo la persona cambia totalmente de estado anímico, se va al extremo, y por eso mismo son tan recetados por los médicos y a la vez, tan solicitados por los pacientes.

Eso sí, son muy adictivos y, por lo tanto, hay que llevar un control riguroso de su consumo y no abusar de ellos, no consumirlos sólo porque no hemos podido dormir bien las últimas noches o porque estamos ansiosos o melancólicos. Su mal uso evoluciona hacia su dependencia, por lo tanto, primero tenemos que encontrar el motivo de nuestro estado anímico y después, si no hay más remedio, haremos uso de ellos. Tiene que quedar claro que estamos hablando de una droga muy fuerte y que adquirirla sin receta médica es ilegal ,por lo cual, está penado por la ley. Con esta explicación quiero hacer entender que son dos trastornos muy discapacitantes cuando se mantienen en el tiempo y que por desgracia, la medicación es bien necesaria dado que, sin ella, sería bastante difícil para el paciente sacarle provecho a la terapia psicológica.

Si va a consulta sin haber dormido durante unos cuántos días, nervioso, angustiado o está tan apático que no quiere salir de casa, desgraciadamente, no prestará atención a las palabras del especialista (psicólogo o psiquiatra). Además de esto, son dos trastornos que van de la mano, porque muchas veces la persona sufre los dos. Hay momentos del día en que está ansiosa y energética y otros, donde se encuentra apática, sin fuerzas para hacer nada que requiera un mínimo de esfuerzo. Del mismo modo, muchas veces, primero aparece la ansiedad y si no se trata, deriva en depresión, la situación se vuelve tan estresante que la persona acaba agotada mentalmente.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor