Suicidarse, ¡no querer vivir más!

Suicidarse, ¡no querer vivir más!

Oct 5, 2024 0 Por Omar El Bachiri

Esta conducta no es sinónimo de valentía o cobardía, sino, más bien, de desesperación, la persona no ha encontrado otra salida a su conflicto emocional. Aun así, se distinguen dos tipos de suicidio, por un lado, está el premeditado, donde la persona sabe cuándo, dónde y cómo hacerlo y por el otro, está el impulsivo. La persona tiene claro que quiere suicidarse, pero está esperando la oportunidad para hacerlo, hace tiempo que tiene la idea rondando por su mente y sólo está esperando el momento oportuno para llevarlo a cabo, le es totalmente indiferente la manera de hacerlo. Por lo tanto, es comprensible que nos choque emocionalmente dado que, los que la queríamos no entendemos por qué lo ha hecho y aquí es cuando nuestra cabeza empieza a dar vueltas, a pensar, a buscar alguna palabra o frase que nos hubiera hecho pensar en sus intenciones. Un toque de alarma para decir: hey, – ¿qué puedo hacer por ti, cómo puedo ayudarte?

– Estamos desconcertados porque jamás lo había mencionado, no es como la persona que está sufriendo físicamente o emocionalmente y en más de una ocasión, nos ha dicho que deseaba poder acceder a la eutanasia. Es más, se veía alguien feliz y contento, pero también hay que decir que lo veíamos así porque su comportamiento encaja con nuestras creencias y maneras de entender el bienestar y la felicidad. Es decir, si para nosotros: tener dinero, estudios, familia, un buen trabajo, salud, ser atractivos físicamente es sinónimo de felicidad y bienestar, cuando vemos a alguien que comparte alguna de estas características o todas, damos por hecho que es feliz, que la vida le sonríe porque lo tiene todo para disfrutar.

– ¿Qué problema podía tener para suicidarse, si lo tenía todo para ser feliz? – Esta pregunta nos la hacemos porque no tenemos en cuenta los factores externos, todos somos diferentes y, por ende, la misma experiencia o situación no nos afecta a todos por igual. No por ser vecinos, conocidos, amigos, familiares, etc. tenemos que tener las mismas creencias y maneras de interpretar la realidad. En este aspecto estamos obviando por completo que no todos tenemos la misma resiliencia, capacidad de gestión emocional y motivaciones vitales. Puede que para esta persona tener dinero fuera algo insignificante porque ha crecido en una jaula de oro y por lo tanto, no valoraba el esfuerzo que conlleva conseguirlo. Igualmente, también puede ser que fuera alguien austero y teniendo lo justo para sobrevivir y pagarse algún capricho, tenía suficiente.

Luego, quizás tampoco estaba a gusto en el trabajo, a lo mejor se sentía vacío, estaba insatisfecho con él porque lo tenía simplemente por el buen ingreso económico que le generaba. Después y referente al aspecto físico, quizás estaba acomplejado y por eso mismo entrenaba tantas horas a la semana y jamás estaba contento, aún habiendo pasado por el quirófano en varias ocasiones para retocar según él, sus imperfecciones. Así mismo, puede suceder en el amor: – ¿quién dice que no estaba amargado con su familia? – A lo mejor, esa era la razón principal por la que hacía tanto ejercicio físico, para no estar en casa y así evitar discutir con su pareja o hijos. Puede que su familia no sea tan idílica como parece dado que, que no todo lo que brilla es oro.

Resumiendo, con lo explicado podemos entender por qué nos cuesta entender esta conducta cuando viene de alguien cercano y sin embargo, no nos la cuestionamos cuando es de alguien que no conocemos. Cuando es este segundo caso, encontramos muchos posibles motivos, pero no así, cuando nos toca de cerca. Porque nos rompe por completo el esquema de la felicidad y el bienestar, nos quedamos desnudos mentalmente y no hay peor cosa para la mente que no encontrar una respuesta lógica a los sucesos y lamentablemente, este hecho abre la puerta a la autoculpa dado que, la cuestión es encontrar respuestas: ¿y si hubiera dicho, hecho, etc?

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor