Aislarse socialmente, síndrome de Hikikomori

Aislarse socialmente, síndrome de Hikikomori

Jun 15, 2024 0 Por Omar El Bachiri

Aunque el nombre sea originario del Japón, el problema es universal porque ya existía antes de ser etiquetado, es sencillamente el aislamiento voluntario. Pero es un refugio basado en el miedo a sufrir, no tiene nada que ver con el placer de estar solos. En este caso es debido a una o varias experiencias negativas y la persona en vez de afrontarlas, prefiere huir de ellas, cree que por el simple hecho de mirar hacia otro lado, dejan de existir. Después, según la economía de cada uno, hay quien se aísla en su casa e incluso, está el extremo, quien se aísla en alguna habitación de la misma. Sólo sale para orinar y asearse, ni si quiera lo hace para comer, esto sería para el caso de los adolescentes que viven con sus padres y para los más adultos y que tiene que trabajar, solo salen de su casa para eso mismo, ir a trabajar. Es decir, los adolescentes dejan a asistir a la escuela, por lo tanto, el resultado es el mismo para ambos casos, el cese de la interacción social. En un principio este comportamiento les genera calma y serenidad dado que, evitan encontrarse con el problema pero lamentablemente, transcurridos poco más de 6 meses la cosa cambia y aparecen la angustia, la ansiedad y finalmente la depresión.

La persona echa de menos su rutina diaria pero el miedo a sufrir es más fuerte que la capacidad de volver atrás y cambiar de decisión. No obstante, su núcleo social cree que este comportamiento les produce algún tipo de placer o beneficio personal, cuando es justo lo contrario, están perturbados mentalmente. Hay que entender que somos seres sociales y no estamos creados para vivir fuera del grupo. Por otro lado, esto no significa que no podamos estar largas temporadas solos, sin nadie con quien interactuar, sin sufrir por ello algún trastorno mental. De hecho, y haciendo énfasis en la problemática del aislamiento social, cuando somos bebés no es imposible sobrevivir  sin ayuda externa. Con esta introducción quiero hacer hincapié en que vivir fuera del sistema social comporta trastornos mentales en la mayoría de las veces. Particularmente, los hikikomori son adolescentes que dejan de estudiar y se cierran en su habitación durante no menos de un año. Solo salen para ir al lavabo y puntualmente también para ducharse pero, esto último en ocasiones contadas. Ahora, para poder entender este comportamiento, primero hay saber los motivos que llevan a él y son básicamente tres: el acoso escolar, los complejos físicos e intelectuales y la presión escolar.

Referente a este último hay dos vertientes: Por una parte, los padres exigen demasiado a los hijos y por la otra, su propia autoexigencia, quieren conseguir como sea los objetivos que se marcan y cuando no los alcanzan, se frustran. De igual modo sucede con los complejos, estos adolescentes tienen una imagen idealizada irreal de sí mismos y consecuentemente, no consiguen comportarse como lo desean. Porque una cosa es la imagen reflejada que perciben en el espejo y la otra, es la real, la que todos percibimos. Estoy hablando del aspecto físico, ya sea los granos en la cara, como el sobre peso o la falta de él. Por lo tanto, visto el panorama y entendiendo que la parte del cerebro encargada de la toma de decisiones (lóbulo frontal) no acaba de madurar del todo hasta los 18-23 años, se puede entender su decisión de aislarse socialmente y decidir abandonar los estudios.

Pero retomando la presión de los padres hacia los hijos, lo hacen porque muchas veces se ven reflejados en ellos, los ven como una miniatura de ellos mismos. Después, aunque el nombre hace referencia a los adolescentes, también lo padecen los adultos. En esta situación, sin embargo, la mayoría de veces es por una mala experiencia amorosa o una interacción social defectuosa. La persona puede ser demasiado tímida o sufre algún trastorno del lenguaje y esto le dificulta hablar en público, como también puede ser el desencanto social. Como puede verse, en la edad adulta los motivos son más diversos y con esto quiero decir que el miedo se puede expresar de varias formas y una de ellas es disfrutando de la soledad. Pero al ser una forma de disfrutar obligada, pierde su gusto a los pocos meses de haber empezado. Esto demuestra que cualquier acto o cosa placentera obligada no se mantiene en el tiempo, su energía inicial acaba agotándose. Igualmente, no hay que confundirlo con el síndrome de la cabaña porque, el motivo principal es diferente: en el Hikikomori estamos hablando de la frustración y la no confrontación al problema real. Se prefiere huir de él y vivir en una burbuja, negando la realidad, como he dicho más arriba: es pensar que si no vemos el problema, este no existe.

En cambio, el de la cabaña es aislarse por miedo a la interacción social o miedo a enfermarse, es un tipo de ansiedad generalizada o agorafobia, la persona es incapaz de salir de casa, justo lo contrario que en el Hikikomori. En este, la persona podría salir sin ningún problema pero no quiere porque no sabe cómo hacer frente al problema personal. Su nueva rutina la ha absorbido por completo y ha eliminado los hábitos que tenía antes, se siente incapaz de volver a interactuar socialmente. Su mente está focalizada en su propia frustración, de tanto repetirse a ella misma que es inútil, incapaz de hacer nada, su cerebro se lo ha creído y actúa en consecuencia.

Este siempre busca la coherencia conductual, relacionar los pensamientos con el comportamiento, entonces, si entiende que somos tímidos o inútiles, no buscara cambiarlo porque interpreta que es nuestra decisión, continuar con la nueva rutina, estar escondidos socialmente. El cerebro siempre actuará a nuestro favor, interpreta la realidad según nos beneficie. En otras palabras y a modo de conclusión: huir de los problemas nunca es una decisión acertada, estos se afrontan y se aprende de ellos pero es que además, en ocasiones, el problema no es tan grave como se pensaba en un principio.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor