La vida es una cuestión de preferencias
Sep 6, 2024Cuanto antes entendamos esto, mejor nos irá emocionalmente dado que, somos nosotros mismos los que escogemos el camino a seguir, cada quien elegimos unas opciones u otras, las que más nos interese. Está claro que hay factores incontrolables y que por mucho que queramos hacer, se nos escapan de las manos, pero, emocionalmente no nos afectará tanto si asumimos nuestra parte de responsabilidad. Para poner un ejemplo: si queremos actuar fuera de la ley, tenemos que entender que tarde o temprano seremos sancionados, podemos ir a prisión o pagar alguna cantidad de dinero, pero la cuestión es que no quedaremos impunes. Por lo tanto, podemos trabajar, ahorrar y comprar el objeto deseado o preferir ir por el camino fácil, robarlo y así, no tener que trabajar o ahorrar.
Con este ejemplo quiero explicar que el ladrón profesional no se arrepiente de haber robado, porque era consciente de las consecuencias de su preferencia, pero, sin embargo, el ladrón oportunista, es el que llora y suplica el perdón social, porque se pensaba que estaba jugando. Otro ejemplo lo encontramos en la gente que no quiere tener hijos porque está contenta con su estilo de vida, es libre de ir donde quiere y cuando lo desea, pero cuando llega a los cincuenta años se arrepiente, porque mira a su alrededor y la mayoría de sus amigos tienen hijos y parecen muy felices. Sin embargo, también está la situación contraria, la gente que ha tenido hijos y cuando llega a los cincuenta años, añora su libertad.
Quiere viajar más a menudo o no ir siempre al mismo lugar a pasar las vacaciones escolares. Así pues, el resultado es el mismo en ambos casos, la frustración por no aceptar las consecuencias de sus preferencias. Entonces, para evitar este malestar y no dañar nuestra salud mental, a pesar de no estar satisfechos con nuestra vida, tenemos que entender que cuando tomamos la decisión en cuestión, era la mejor opción a coger o quizás, también la única viable. Digamos que tenemos cincuenta años y estamos frustrados laboralmente, porque siempre hemos querido ser abogados y, en cambio, estamos ejerciendo una profesión diferente. Así pues, imaginemos que cuando teníamos dieciocho años y estábamos a punto de ir a la universidad, se muere nuestra madre, dejando cuatro hijos huérfanos y hombre viudo.
Indudablemente, nuestras preferencias cambiaron porque teníamos tres hermanos pequeños que educar y con el sueldo del padre era insuficientemente y como tal, decidimos dejar de lado la universidad para ayudar económicamente a la familia. Así pues, viendo los motivos del cambio de preferencias y aceptando que acertamos en la decisión, no estamos dejando lugar a la frustración. Con esto quiero decir, que, si estamos haciendo aquello que escogimos, tenemos que disfrutarlo al máximo porque no hacerlo, implica cuestionarse si escogimos la buena decisión. Si decidimos ser periodistas, psicólogos, médicos, mecánicos, policías, bomberos, carpinteros y no disfrutamos de nuestro oficio, nos estamos demostrando a nosotros mismos que nos equivocamos e inevitablemente, vamos hacia el malestar. Por lo tanto, la clave para el bienestar está en entender nuestras preferencias para así, poder disfrutarlas.
Por: Omar el Bachiri
Psicólogo clínico y escritor