Ser feliz en el trabajo

Ser feliz en el trabajo

Feb 19, 2019 0 Por Omar El Bachiri

 

 – Ser feliz en el trabajo: no significa sentirme satisfecho con él ni que me guste, sino, que no me desagrade. Es muy importante tener en cuenta esta diferencia. Puedo pensar, tengo un trabajo que no me gusta pero me compensa. Ya sea por el sueldo, el horario, la ubicación, el ambiente laboral, etc.

– Definición de felicidad: sensación emocional de calma y de bienestar. Se consigue con la acumulación de experiencias agradables. Asimilando cada situación. Una persona que no es feliz en el trabajo, raramente lo será fuera. Somos un reflejo de cómo somos en casa. Además, nos pasamos más de una tercera parte del día en él. Aunque sean 8 horas, si contamos el tiempo del desplazamiento, vienen a ser unas 9h30 diarias que le dedicamos.

Para poder hablar sobre la felicidad, primero he de explicar qué son las emociones y sus funciones. Tanto de las positivas como de las negativas, ambas son necesarias para sobrevivir y disfrutar de la vida.

– Las negativas: digamos el miedo y la ansiedad, están relacionadas con la supervivencia. El miedo nos previene del peligro y la ansiedad nos mantiene en tensión hasta que superemos la situación. Estoy triste porque no estoy bien, quiero un cambio. Con estas dos emociones presentes, me motivaré para buscar una solución.

– Las positivas: digamos la alegría y el placer, su funciones son  que podamos disfrutar de las situaciones. Son las encargadas de que tengamos ganas de vivir, de hacer cosas y de pensar en un futuro mejor. Estas situaciones forman parte de los tres tiempos. Presente, pasado y futuro.

Del presente, se disfruta de lo que hemos conseguido (aquí y ahora). Del pasado, se disfruta de su recuerdo, de cuando nos planteamos conseguirlo y de cómo nos sentíamos en ese momento. Del futuro, tenemos la esperanza de mantenernos igual o mejor todavía.

De aquí nos llega estrés: cuando las emociones negativas superan a las positivas. Cuando la báscula se decanta más hacia el miedo. Me quedo sin recursos.

– Las tres maneras de hacer frente al estrés: huir, atacar o paralizarse.

Estas tres formas son ancestrales y universales para todos los animales del planeta. Cuando vivíamos en la selva y nos encontrábamos un león en frente, teníamos que decidir qué hacer. Aunque actualmente este peligro ya no existe, el instinto de supervivencia todavía persiste. Entonces, en el trabajo actuamos de la misma forma. Cuando tenemos un problema o la situación laboral no nos compensa, lo enfrentamos de las tres maneras mencionadas.

– Pido la cuenta: acabo con el problema de golpe (ataco).

– Defiendo mis derechos: actúo para mejorar la situación (ataco).

– No hago nada: me vuelvo sumiso y espero a que vayan pasando los días. Esperando y deseando que la situación se resuelva por sí misma (estoy huyendo o estoy paralizado).

Pues todo esto que acabo de explicarte se podría resumir en tener una actitud optimista o negativa.

– Actitud: es tu forma de hacer frente a las situaciones diarias. Tú decides si te afectan o no. En cada situación se debe procurar buscar sus ventajas. Es decir, fijarse más en los aspectos agradables que en los desagradables. Ten presente que no son las circunstancias las que te hacen sufrir, sino, como las interpretas. El valor emocional que les quieras dar (malo, muy malo, fatal, o no pasa nada. No es para tanto).

– Dejo esta metáfora como ejemplo: el mismo agua que oxida una barra de hierro, le saca brillo a una de acero. O también, el mismo agua que hierve un huevo, ablanda una patata. Como verás, la diferencia está en el material del que estás hecho.

Te explico esto para que entiendas que el lunes puede ser un buen día o un mal día, según cómo lo interpretes y lo que esperes de él. Aparte de esto, cuando alguien pide la cuenta en su trabajo, raramente lo hace por la labor que desempeña, sino, por el ambiente laboral que hay (la relación entre compañeros). De aquí la importancia de nuestra actitud.

– Ser negativo: sólo te espera quejarte y criticar a los compañeros. Con esta actitud ya tienes una ensalada de malestar diaria. Me quejo, te critico y aún me pregunto cómo puede ser que me vaya tan mal. Todo me pasa a mí, ¡el mundo es injusto!
– ventajas de ser optimista:
soy proactivo, me quejo sólo una vez y si la situación no cambia, actúo en consecuencia. Soy consciente de que todo depende de mi punto de vista. Cada mañana decido cómo me irá el día, no dejo que nadie ni ninguna situación me altere. Cuando lo doy por finalizado, dedico un rato a los problemas (1/2 hora). Siempre a la misma hora, no importa el lugar, pero si el momento.

Para poder disfrutar del trabajo y del tiempo que le dedicamos, debemos ser coherentes con nuestros pensamientos y conductas. Esto se consigue respondiendo a estas 4 preguntas:

1- ¿Por qué tengo este trabajo, que espero de él, dinero, tiempo libre, me gusta o por la seguridad económica que me aporta?

2- ¿Qué espero del ambiente laboral, hacer buenos compañeros? Y yo qué ofrezco, ¿criticas, quejas, malestar o alegría y buen rollo?

3- ¿Qué valor añadido aporto a la empresa? Es muy sencillo, sólo tienes aportar bienestar, porque una persona contenta y satisfecha trabaja mejor y factura más.

4- ¿Cómo enfrento el estrés rutinario? con el ocio que me proporciona el dinero ganado, con el ocio que me proporciona el tiempo libre, con el ocio que me da la seguridad económica o con el ocio que me da tener un trabajo que me gusta.

Como verás, el ocio es una parte fundamental para superar el estrés. Por eso insisto en que hay que ser coherente con los pensamientos y la conducta. Si quiero el trabajo por el dinero que gano, pero lo malgasto y no me queda para disfrutar del ocio. No es coherente. Si tengo el trabajo por el tiempo libre que me queda y me paso el día durmiendo o en el sofá, tampoco es coherente. Si tengo el trabajo soñado pero sólo hago que criticar a los compañeros y fomentar el mal rollo, acabaré amargo. Tampoco es coherente.

Dicho esto, si aun así, no eres feliz, el problema no es el trabajo, sino, tu manera de enfocarlo y las expectativas que tienes de él.

Omar el Bachiri Psicólogo y Escritor