Catagelofobia, miedo extremo de hacer el ridículo

Catagelofobia, miedo extremo de hacer el ridículo

Ago 24, 2024 0 Por Omar El Bachiri

Como cualquier otra fobia, es un miedo extremo e irreal, la persona se comporta de manera irracional frente a la cosa o situación en concreto. En este preciso caso, es el miedo a hacer el ridículo y desgraciadamente, la persona se ve limitada en cuanto a disfrutar de sus propios placeres. No bailará en público, aunque tenga muchas ganas; no se peinará como lo desea realmente; no se vestirá como querría, marcando su estilo; tampoco hablará en público, aunque tenga que dar un discurso; etc. Es decir, se ve privada de comportarse como lo desea, porque el miedo de ser juzgada por los demás, la supera.

Está más pendiente de la mirada y comentarios ajenos, que de su propio comportamiento y, por lo tanto, prioriza el qué dirán. Deja de lado su placer por miedo a sufrir unas consecuencias negativas que realmente, no existen, porque únicamente, están en su mente. Porque igualmente, aunque los demás se rían de nosotros – ¿qué problema hay? – estamos siendo juzgados por gente incompetente en esos aspectos dado que, ningún especialista o incluso, aficionado nos hará ningún comentario despectivo, será justo al contrario, nos animarán a continuar por este camino. Esto, por un lado, y por el otro, la catagelofobia es sinónimo de poca confianza en nosotros mismos, porque, cuando sabemos lo que estamos haciendo, no nos avergonzamos por mostrarlo.

Por ejemplo, no nos pondremos a bailar en medio de la calle así por las buenas, pero, sin embargo, sí que lo haremos en una discoteca, sala de fiestas o en un concierto. Estamos allí para eso mismo, no sólo para escuchar la música, esta segunda opción la podemos realizar en casa. Por lo tanto, superar al miedo a hacer el ridículo, pasa inevitablemente, por entender el motivo de por qué queremos realizar los actos en cuestión. Es decir: – ¿por qué queremos tal peinado, bailar, vestirnos de tal manera, etc.? – y así, una vez lo tengamos claro, la vergüenza desaparece porque no actuar, comporta la frustración, las ganas de hacerlo y no haberlo hecho. Con lo cual, vemos la estupidez de no hacerlo, de dejar de lado nuestros placeres.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor