Celotipia. Los celos patológicos

Celotipia. Los celos patológicos

Abr 5, 2020 0 Por Omar El Bachiri

 

Recibir comentarios fuera de contexto, halagos con sarcasmo y tener que justificar tu comportamiento. Son tres signos claros de que tu pareja es celosa (tóxica). Te envenena poco a poco. No te das cuenta pero, vas cediendo hasta que pierdes tu libertad de pensamiento y de movimiento. Te has vuelto esclavo/a de tu pareja. Le perteneces y no puedes hacer nada sin su consentimiento. Tienes prohibido salir de casa sin permiso. Solo puedes hacerlo para hacer la compra y con el tiempo justo. Tampoco tienes derecho a recibir visitas de familiares y menos aún de amigos.

Esta forma de control aparece ya a los 6 primeros meses de relación. (¿por qué llevas esa ropa, ese peinado y quién son esos con los que hablas?)

No creas que la persona va a cambiar. En todo caso, va a peor. En el amor no hay espacio para la desconfianza. En cuanto aparezca este sentimiento, deja la relación y busca otra. Estar en pareja es una elección, no una obligación. Aléjate de alguien así. Escápate, corre, huye, pero no te quedes cerca de ella.

Los celos surgen de la frustración porque, estamos viendo que el tiempo invertido no surge el efecto deseado. Lo hemos perdido. Este comportamiento tiene dos explicaciones diferentes. La poca confianza en uno mismo. En sus recursos como persona o por el orgullo propio (nadie me vacila). Los celos acaban con cualquier relación sentimental. Son el veneno del amor. Los celos patológicos no son signos de amor. Son signos de que la forma de amar, no es la adecuada. La persona imagina y ve lo que no hay. Sufre de ansiedad y le amarga la vida a la otra persona.

La celotipia se produce cuando la persona no distingue entre la posesión y la voluntad propia. Es decir, estoy contigo porque así lo decido, no porque seas mi dueño/a. Con lo cual, me puedo ir cuando quiera y sin tener que justificarme. No te debo nada. Esto sería el significado de una relación de pareja sana. Ambos están juntos por decisión propia. Se ha llegado a un acuerdo. “Tú me ofreces esto y yo te doy aquello”. Ambos ganamos.

Empezamos una relación sentimental con alguien porque, nos aporta algún beneficio. Puede ser emocional, sexual, económico, estatus social, material, etc. Estoy buscando algo y tú me lo ofreces y por tu parte,  tú también estás buscando algo y yo te lo puedo ofrecer. Es bidireccional. Ambos tenemos algo único o muy solicitado y tenemos la oportunidad de compartirlo. Somos afortunados. Nos hemos elegido mutuamente. Somos conscientes de que  encontrar estas virtudes o posesiones en otra persona sería bastante más complicado. Es lo que viene a ser el arte de la negociación. De la persuasión. De saber conquistar a tu amado/a.

Decir que los celos son un sentimiento natural en el ser humano y sobretodo, necesarios. Te motivan a luchar por la persona que amas. A dar lo mejor de ti. Pero, hay que diferenciar entre el sentimiento natural y el patológico. La diferencia entre ambos es muy sencilla y clara. El primero surge de forma espontanea y pasados unos segundos, analizas los pensamientos que estás teniendo y valoras la situación. Te preguntes por qué tienes estos sentimientos pero no actúas. Los aceptas.

Sin embargo, en el segundo caso, aunque también surjan de forma espontanea, vienen condicionados por tu autoestima y tus carencias. Ya sean materiales, físicas o emocionales. Dudas de lo que ofreces. No tienes en cuenta el trato pactado. La otra persona se ha comprometido a ser recíproca con lo que ofreces.

Quizás le gustes por tu físico, tu personalidad, tu dinero, tus posesiones, etc. Lo importante es que ha aceptado el trato. Debido a estas dudas, a tu falta de seguridad dejas de ser atento y cariñoso y te centras en atacar. Te pones en modo defensivo. Tienes miedo a perder a la persona amada porque crees que sin ella, no vales nada. Tu vida pierde sentido y tienes miedo a la soledad. Te has vuelto dependiente emocional de tu pareja. No te quieres separar de ella y tampoco permites que se vaya. Eres capaz de amenazarla e incluso de agredirla si da el paso y se aleja de ti.

Esta forma de pensar es muy curiosa porque antes de conocer a la persona amada, tu vida tenia significado y ahora, como por arte de magia lo ha perdido. Has pasado de ser una persona independiente a depender de la compañía y palabras de alguien más. Actuando de esta forma, tendrás miedo de volver a enamorarte porque estarás más pendiente del dolor que te causará su pérdida que en los beneficios que te aportará.

Aquí es donde tienes que analizar qué buscabas de la otra persona y qué ofrecías tú. Buscabas llenar un vacío interior, compartir momentos agradables, sustituir a tu antigua pareja, dominar a alguien, demostrar tu poder económico,  etc. Pensando de esta forma te darás cuenta que tu pareja te eligió a ti, entre los demás. Aceptó tus virtudes.

Si tienes la convicción de que tu pareja está buscando algo diferente a lo que ofreces, es el momento de exponer la situación. El problema surgirá cuando aún sabiendo el motivo de su conducta, todavía te produzca malestar. Esto es debido a que no aceptas sus respuestas. Desconfías de ella. Lo estás negando y  has cruzado la línea, entrando en los celos enfermizos. Pero también es cierto que las relaciones se acaban. Igual que tienen un principio, también pueden tener un final. El trato se puede romper en cualquier momento. Tenemos libre albedrío. Somos seres humanos. ¡No lo olvides!

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor