El suicidio, despegarse de la vida

El suicidio, despegarse de la vida

Mar 11, 2022 0 Por Omar El Bachiri

¡Para vivir así, mejor no vivir! Así piensa la persona que decide dejar de vivir, acude al suicidio como única salida a sus males. Desde la psicología no hay ninguna explicación racional que pueda explicar este comportamiento, ya que va contra natura. El ser humano está creado para sobrevivir y tenemos mecanismos físicos y mentales para lograrlo, a pesar de que a veces los mentales pierden su función debido a las experiencias vividas. La mente queda trastornada y se comporta de manera diferente a cómo tendría que hacerlo en un principio. Pero también, somos la única especie animal que tenemos resiliencia, la capacidad de rehacernos después de vivir una situación traumática, una vez acabada, volvemos a ser los mismos de antes. Si éramos personas alegres u optimistas volvemos a serlo, no permitimos que las circunstancias incontrolables nos condicionen la actitud, nuestra forma de ser.

Siendo resilientes nos volvemos proactivos y esto comporta indudablemente tomar las riendas de nuestra vida, decidimos qué y cómo nos afectan los sentimientos. Cierto que las emociones su innatas y al mismo tiempo inevitables pero en cambio, los sentimientos se pueden modificar, se les puede condicionar las emociones percibidas. Esta introducción es necesaria hacerla para comprender por qué hay gente que soporta vivir en la miseria y pasar penurias y por el contrario, hay quien no es capaz de rehacerse nunca de la pérdida de un trabajo, de una separación sentimental, o de la muerto de un familiar, entre otras situaciones.

Cómo he dicho al principio, no hay explicación lógica que pueda explicar el hecho de quitarse la vida, pero seguro que la persona que lo hace está viviendo en la desesperación y no encuentra otra salida, no se trata ni de cobardía, ni de valentía. Por eso mismo es tan importante el valor que le damos a la emoción sentida pero sobre todo, el por qué la estamos asociando al sentimiento en concreto. – ¿Por qué estamos sintiendo rabia, miedo, tristeza en frente de una situación que puede transformarse en un otra muy diferente? – Las situaciones no son estáticas, ni eternas, tarde o temprano cambian. La política lo demuestra a diario con sus decisiones, cada vez que toma una modifica la realidad, quizás no la presente, pero si la futura. Pues con las personales funciona exactamente igual, por eso mismo no es muy saludable interpretar las situaciones de forma inamovible.

Entendiéndolo así, vivimos de forma más tranquila porque disfrutamos de cada instante y es justo en la adolescencia donde se tiene que matizar este punto. Es la franja de edad donde más gente decide poner fin a su vida, concretamente entre los 15 y 29 años. Precisamente cuando empieza la etapa de tomar responsabilidades, decisiones y darle un sentido a la vida, qué estudiar o qué oficio aprender y también aparece el amor, con el posterior desamor, etc. Igualmente, hay que tener en cuenta la historia evolutiva de la persona, de su estado anímico. Si es depresivo, con ansiedad, tiene adicciones, si lleva encima una carga emocional demasiado grande y no la soporta, le sobrepasa porque tiene que cuidar de los hermanos, de los padres y/o en ocasiones, también se añade la presión escolar, el bullying, etc. Hay que tener en cuenta que todos estos factores son generadores de ideas suicidas, pero por suerte, la mayoría de las veces no pasan de ahí. En cuanto al hecho de pasar a la acción y poner fin a sus días, aunque en ocasiones parezca que ha sido de forma repentina, la persona ya lo tenía claro desde hace tiempo.

Hay dos formas de hacerlo, una es con premeditación, se estudia el lugar, el momento y la manera de hacerlo y la otra es impulsivamente, no importa ni el cómo, ni el cuándo, es sentir el impulso y dejarse llevar. Ambas formas buscan el mismo resultado, dejar de sufrir, sin tener en cuenta el malestar mental causado a sus seres queridos. Cómo he dicho anteriormente, no es un acto ni de cobardía, ni de valentía, sino, más bien de desesperación, la persona no ha sido capaz de encontrar otra alternativa para alcanzar la tranquilidad. Un estado buscado durante mucho tiempo y que no ha sabido transmitir a su alrededor para ser ayudada. Esta última palabra tiene que quedar clara por parte de los seres queridos, no podemos sentirnos culpables por su decisión, nosotros estábamos allí para ayudarla y darle apoyo emocional. Una persona se mueve en varios ambientes y no en todos muestra su malestar, entonces, es imposible imaginarse que alguien de nuestro entorno esté pensando en realizar semejante locura.

Aunque sea normal e incluso saludable sentir rabia, tristeza e impotencia frente a una noticia de tanta envergadura, no podemos adjudicarnos la culpa porque si nos hubiera pedido ayuda, se la hubiéramos dado si dudar un segundo. Con esto quiero decir que nadie puede hacer feliz, ni infeliz a otra persona, en todo caso, se puede influenciar, pero no determinar. Estoy volviendo a hablar de la resiliencia y la proactividad, con la primera, tenemos herramientas mentales para soportar la carencia del ser amado y todavía mejor, aceptar su conducta. Por parte de la proactividad, entendemos cómo funcionan las emociones y los sentimientos, dando como resultado un estado mental alejado de los trastornos mentales porque decidimos cómo sentirnos en cada momento.

Una persona proactiva, solo levantarse por la mañana decide en qué estado mental volverá a la cama, no estoy diciendo que sea inmune a las circunstancias, sino, que sabe qué valor asignar a cada emoción, porque que es consciente que la falta de sueño reparador altera el estado anímico. Igualmente, no se deja llevar por el efecto túnel, es cuando nos centramos sólo en la situación problemática, dejando a un lado las positivas o los diferentes ambientes en los que interactuamos. Es a decir, se toma una decisión basada en las emociones negativas en vez de hacerlo en las positivas, se le está dando más valor a las primeras.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor