La herencia, ¿es una suerte o una desgracia?

La herencia, ¿es una suerte o una desgracia?

Oct 11, 2020 0 Por Omar El Bachiri

 

Heredar una propiedad inmobiliaria, terrenos, dinero, etc. debería ser una suerte y una fuente de alegría, pero, lamentablemente no siempre es así. Hay ocasiones donde sucede justo lo contrario, es una fuente de emociones negativas, surge el odio, la rabia, el rencor, la desesperación, el desprecio e incluso pueden surgir las ideas de matar. En este caso, se habla de la desgracia de recibir una herencia. Si esta no tiene que ser repartida, es decir, que es íntegramente para una sola persona, las emociones negativas pueden surgir pasado cierto tiempo. Según la gestión que haga la persona de los bienes recibidos. Los dilapida o adquiere deudas, básicamente con el estado, porque no paga los impuestos correspondientes.

La persona puede maldecir su suerte y pensar que ha sido una desgracia recibirla. Ha perdido a su familia y los amigos, se ha quedado sola y además con deudas. Cuidar del patrimonio familiar, significa gestionarlo, sacarle rendimiento y a partir de él, pagar los impuestos. Estoy hablando de la capacidad mental de hacer trabajar la riqueza. Esto es algo muy importante a tener en cuenta, en el momento de dejar una herencia a alguien, es mejor asegurarse de que esa persona será capaz de asumirla. Si no, en vez de una alegría, le podemos dar una desgracia, podemos inducirla al malestar, a la ruina económica, e incluso, a la soledad social. Se puede aislar del mundo, por miedo a que se acerquen a ella sólo por interés económico o que la vayan a asaltar por la calle.

Aunque parezca insólito, sólo somos capaces de gestionar la cantidad de dinero que estamos acostumbrados a manejar, en cuanto recibimos más, se nos escapa de las manos. Nos sabemos si repartirlo con los demás, comprar regalos a la familia o malgastarlo. En consecuencia, para evitar esta situación debemos ampliar la perspectiva económica, es igual que un vaso de agua, en cuanto se llena, se desborda. Entonces para que esto no ocurra, se cambia por uno más grande, un recipiente o una botella. Pues lo mismo sucede con la mente, tenemos que ampliarla. Un buen ejercicio para practicar es jugar al monopoly. En él puedes ver cómo funcionan los impuestos y entender que su mala gestión puede llevarte a la ruina.

Imagínate que hoy recibes una vivienda en propiedad, un piso de 70m cuadrados. Seguramente te emocionarás y estarás encantado, entonces según tus circunstancias personales, decidirás venderlo, ponerlo en alquiler o vivir en él. Pero si no eres conscientes de los impuestos y gastos comunitarios que te generará, puedes llegar a perderlo. Te puedes ver obligado a mal venderlo, para pagar las deudas generadas. Sucede exactamente igual con los terrenos, si no los cuidas o los alquilas, los impuestos van a devorar tus ahorros. Dicho esto, verás la importancia que tiene dar una educación financiera a tus futuros herederos. Simultáneamente, está el factor emocional y los valores personales de cada uno. En este aspecto es crucial la educación recibida en casa por los progenitores, los que van a dejar la herencia. Tienen que explicar y dejar claro que esta no es un regalo, sino, un premio. Hay que ganársela y para ello, se necesita preparación mental. Si no quieres que tus herederos se discutan entre ellos, tienen que entender que cuando hay dinero de por medio, el amor suele desparecer. De aquí la importancia de haber inculcado unos valores poco materiales y más humanos.

La buena gestión del dinero pasa por aquí, por la capacidad de saber diferenciar entre el bienestar familiar y el personal. Ambos son esenciales para llevar una vida tranquila y alejada de la ansiedad y la depresión. Sólo que no siempre van de la mano, en ocasiones, hay que saber cuál va antes, el nuestro o el familiar.  No se trata de elegir uno u otro, sino, de decidir cuál anteponer en un momento dado. Por ejemplo, somos 4 hermanos y heredamos 100.000€, los dividimos y nos llevamos 25.000€ cada uno, pero en ese momento, uno de ellos está pasando por apuros económicos, viendo la situación, yo puedo darle mi parte. Entiendo que a él le hacen más falta que a mí. Igual sucede con una vivienda, quizás en ese preciso momento, uno de los hermanos no tenga donde vivir y decidamos entre todos, que él se quede con la casa, hasta que la situación mejore.

Sin embargo, si anteponemos el dinero a los valores personales, es cuando aparecen las discusiones y los reproches. Al mismo tiempo, quiero recalcar que los valores personales son de suma importancia, para no dejarse llevar por la pareja sentimental. No hay que mezclar la herencia familiar, con la pareja actual. No es lo mismo un hermano/a que la mujer o el marido. Si hemos recibido una educación basada en el respeto mutuo y en entender la función del dinero, raramente discutiremos por la herencia, porque sabremos reconocer qué parte o cantidad nos merecemos. Seremos conscientes que quizás un miembro de la familia se merece más parte del pastel, porque ha aportado más bienestar a la familia o más capital económico.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor