La zona de confort

La zona de confort

Ago 19, 2021 0 Por Omar El Bachiri

 

Esta es una forma de pensar y ser, se caracteriza por el esfuerzo invertido en conseguir el estilo de vida deseado. No importa el lugar donde te encuentres, pues es el sentimiento de alegría de haber conseguido tu objetivo. Con esto quiero decir que no tiene nada que ver ni con tu barrio, ciudad, país, puesto de trabajo, etc. sino, con la forma de interpretar las experiencias vividas en estos sitios. Por eso la zona de confort jamás debe ser abandonada, más bien tienes que ampliarla, adquirir nuevos conocimientos para mejorar o sustituir los que ya tienes.

Es una zona flexible y moldeable, se adapta a tus circunstancias personales porque es tu forma de interpretar la realidad. Si sólo cambias el lugar, en poco tiempo volverás a tener dicha zona de confort y con ella volverá tu insatisfacción personal y querrás volver a cambiarla, nunca será suficiente. Igualmente, por mucho que cambies de lugar, si no cambias tu forma de pensar, los sentimientos surgidos van a ser exactamente los mismos, te van a acompañar siempre, condicionando tu actitud frente a los sucesos diarios.

La zona de confort está compuesta por tus ideas, ilusiones y tu capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, como pueden ser un cambio de residencia, de trabajo, de pareja sentimental, etc.

Te estoy hablando del valor a actuar, de las ganas de superación personal, de transformar los pensamientos en actos.  – Sabes que tu estilo de vida ha llegado a su fín y quieres otro diferente o mejor y actúas en consecuencia pero controlando los riesgos, no vas a ciegas – . Jamás te tirarías de un avión en pleno vuelo sin paracaídas por mucho que te guste la aventura. Pues esto es igual, te vas guiando por los conocimientos que has adquirido y mejoras con los que vas sumando. Esto es lo que diferencia a las personas que están bien en cualquier sitio de las que jamás lo están, aunque tengan todo lo necesario. En otras palabras, el problema no es la zona, son sus miedos al cambio.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo y escritor