¿Ser el jefe o el líder?

¿Ser el jefe o el líder?

Mar 17, 2022 0 Por Omar El Bachiri

Antes de empezar el artículo definiré el perfil de cada uno, en el caso del jefe es una figura autoritaria, va unida al poder y es un referente jerárquico, está por encima de nosotros. Por su parte, la figura del líder va relacionada con la empatía y la capacidad de transformar las órdenes en conductas necesarias para el buen funcionamiento de la organización. Conoce las carencias y virtudes de su equipo y consecuentemente sabe cómo y en quién delegar las funciones organizativas. Igualmente, aunque en muchas ocasiones, jerárquicamente esté por encima de nosotros, no lo percibimos como una autoridad, sino más bien, como una figura amiga, alguien que se preocupa por nosotros y en quien podemos confiar. No es que desconfiamos del jefe, pero el respeto hacia ambos difiere y sobre todo, la interacción mantenida con él es bastante diferente.

Dicho de otra manera, con el rol de jefe decidimos sin consultar con nadie, no nos interesa la opinión ajena, hacemos las cosas cómo y cuando queremos. Por el contrario, con el de líder, a pesar de tener también el poder preferimos consultar con los otros antes de tomar una decisión, buscamos el consenso. Ahora, a nivel estructural las dos figuras son necesarias para el buen funcionamiento de la organización. Esto sería como forma de resumen pero, ser jefe no es incompatible con ser líder o viceversa, una misma persona puede encarnar ambos roles a la vez. Sólo que desde un buen principio hay que marcar las líneas a no cruzar jamás. Los seguidores tienen que entender des del primer momento que ser líder no significa la carencia de mano dura y estricta como puede ser la del jefe. Tienen que ver reflejada la figura del jefe en el líder, todo y respectando la jerarquía establecida tienen que poder confiar y hablar con él sin tabúes. Aunque sus funciones son las mismas, difieren en la manera de hacer llegar el mensaje o en la interpretación que hacen los otros de las palabras utilizadas.

La principal función es dirigir la organización hacia el éxito y si estamos hablando de una empresa, el éxito se traduce en beneficios económicos. En este artículo me centro en la empresa, entonces, por parte del jefe, su único objetivo es conseguir la rentabilidad de la organización. No mezcla nunca los sentimientos con el trabajo, se guía por el código de conducta interno o por el dictaminado por el estado que, curiosamente no habla en ningún momento de premiar conductas sino, más bien de castigarles y así mismo actúa él, haciendo uso del castigo y dejando de lado los agradecimientos.

Los empleados son vistos como máquinas preparadas para facturar y obedecer las órdenes sin rechistar, han firmado un contrato y tienen que respetarlo. En contrapartida, el líder además de la sostenibilidad económica también busca el bienestar del personal y una manera de conseguirlo es utilizando la economía emocional. Son un conjunto de conductas, miradas y gestos enfocados a reforzar el comportamiento del empleado, para que no deje de comportarse de cierta forma, para incentivarlo a continuar por el mismo camino. Igualmente, las dos palabras más utilizadas por parte del líder son por favor y gracias, mientras que las del jefe son, ¡porque lo digo yo!

Hay un aspecto bastante interesante en el ámbito laboral que va unido totalmente con el respeto y la superación personal y es que cuando el empleado ya gana una cantidad de dinero suficiente para vivir cómodamente, busca ser reconocido por su trabajo, sentirse valorado en la organización y todavía más por sus superiores directos y aquí es donde entra en juego esta economía. Es una forma de premiar sin tener que desembolsar ni un euro. Por ejemplo, se puede alargar el momento del almuerzo, de la comida o también se puede permitir entrar algo más tarde o salir antes, son conductas espontáneas que el empleado interpreta como recompensa por el trabajo hecho, siente que su superior confía en él. Dicho de otra manera, el líder además de castigar las injusticias o las conductas malintencionadas, también premia las buenas acciones, cosa que el jefe no hace. Este último, entiende que el empleado cobra por eso mismo, para hacer bien el trabajo y si no lo hace, se merece un castigo.

Otra gran diferencia entre ambos es la forma de gestionar los contratiempos o los problemas, el jefe busca culpables y el líder, responsables. Ser culpable o responsable aunque parezcan sinónimos, son dos conceptos diferentes y como tal, no provocan las mismas emociones. El primero crea frustración y malestar y el segundo crear ganas de cambiar la situación porque se interpreta como una equivocación y esta abre la puerta al aprendizaje. Es una circunstancia para mejorar y no volver a repetir el error en el futuro, por su parte, la culpa empuja al abandono de la tarea, el empleado tiene miedo de volver a equivocarse y prefiere dejar de intentarlo. Ha perdido la motivación para aprender y consecuentemente deja de progresar laboralmente.

En consonancia con las tareas a realizar, el jefe las distribuye de forma igualitaria, sin tener en cuenta las diferencias individuales, ni las situaciones personales de cada uno y en cambio, el líder como conoce las virtudes, los defectos y las preferencias de los empleados, lo hace de forma equitativa. Aunque objetivamente el resultado será el mismo para la organización, no lo será para los empleados. Ellos tendrán el añadido del subjetivo, tan importante para el bienestar mental como el objetivo, sentirse orgullosos de haber conseguido los retos emprendidos y además, haberlo hecho sin sufrir inconvenientes personales. Desgraciadamente, el rol de jefe no entiende de subjetividad, ni de sentimientos de frustración, él sólo quiere resultados, no es de su interés saber cómo se hacen las cosas siempre que sean productivas monetariamente y de forma legal. No entiende de burn-out, ni de conciliación familiar, él aplica los derechos del trabajador de forma literal, tal cual están escritos en la hoja.

Por: Omar el Bachiri          

Psicólogo clínico y escritor