Soy el VIH. ¿Me conoces?

Soy el VIH. ¿Me conoces?

Ene 19, 2020 0 Por Omar El Bachiri

Mi nombre es VIH. Abreviación de Virus de la Inmunodeficiencia Humana. Si no me conoces, lo encuentro normal pues ya nadie habla de mi. Sin embargo, en los años 90 era el tema principal de los medios de comunicación. Aparecía en cualquier conversación. Se abrían debates sobre mí en los colegios, bares, gimnasios, etc. Estaba por todas partes. No importaba donde fueras, siempre encontrabas información sobre mí. En las salas de urgencias de los hospitales, centros de salud, escuelas e incluso se repartían folletos por la calle. Donde salía información de cómo me podías introducir en tu organismo y de cómo mantenerte alejado de mí. Actualmente, o te interesas por el tema y buscas tú mismo la información o nadie te la facilita y menos aún, se preocupan en que la tengas. Debido a este abandono, se ha incrementado el número de persona portadoras del virus. Haz la prueba, date un paseo por tu ciudad o pueblo y mira si ves información a simple vista. Verás muchos carteles anunciando de todo pero ninguno sobre mí. Me han dejado de lado. Como si ya no existiera.

A día de hoy, le preguntas a cualquier adolescente y seguramente te dirá que ha oído hablar de mí pero, desconoce cómo protegerse para no contagiarse. Muchos creen que tomando la pastilla anticonceptiva ya están a salvo de mí. Pero no. Para que no entre en tu organismo tienes que usar el preservativo. Es la única forma de evitar que te contamine. Te explico las 4 formas de transmisión que tengo. Por la sangre, el semen, el flujo vaginal y la leche materna. Pero este artículo no va de las maneras de transmisión, ni de qué es esta enfermedad. Más bien, te quiero explicar el rechazo social que recibe la persona que la padece.

Rechazo causado por la poca y errónea información que tiene la gente. Ten en cuenta que nadie está a salvo de esta enfermedad. Tanto tú, como yo estamos expuestos. Aunque tengas pareja estable. Si te es infiel y se acuesta con alguien que tenga la enfermedad, tú también la contraerás. Una vez que te la diagnostican, tu vida cambia por completo. Básicamente porque desconoces qué es esta enfermedad y lo que implica vivir con ella. Además, en pocos días sabrás quien son realmente tus amigos. Los que no van a juzgarte y te van a apoyar en todo momento. Los demás te van a señalar y a criticar. Dirán que eres una persona no precavida y que te lo has buscado. No tienen ni idea de cómo has adquirido la enfermedad pero, es igual. Creen que tienen el derecho a hacerlo. Su miedo actúa por ellos. Su desinformación. ¿Pensabas que la muerte era lo peor? Pues no. Es la soledad que sentirás. La desilusión te invadirá cuando veas la crueldad de la sociedad.

Una crueldad incentivada por el miedo y el desconocimiento. Actualmente, con la medicación disponible, la persona con VIH puede llevar una vida igual que cualquier otra. Es más, muchas veces la carga viral es tan baja que si mantiene relaciones sexuales sin preservativo, el riesgo de contagio es casi inexistente. Te voy a contar la historia de Lucía, para que entiendas mejor esto que he escrito. Esta mujer tiene 42 años y ha sido diagnosticada como portadora del VIH hace unos meses. Tiene un hijo de 10 años y está felizmente casada o eso pensaba ella.

En una ocasión su marido le fue infiel y se contagió. Consecuentemente, ella también lo ha adquirido. Lo curioso del caso es que la mujer con la que se acostó el marido, no sabía que era portadora y así podría seguir una gran cadena de personas. Muchas veces uno no es consciente de que es portador del VIH, hasta que se hace la prueba y los resultados salen positivos. De ahí la importancia de usar preservativo hasta que tengas confianza con la persona, y podáis haceros las preguntas pertinentes.

Aquí es donde te preguntas por qué la vida es tan injusta y te pone tantas piedras en el camino. Con lo buena persona que es Lucía y su marido le ha arruinado la vida. Antes de que sigas divagando y sacando conclusiones anticipadas, ten en cuenta que nunca se ha dicho que la vida sea justa. Simplemente, llega un momento en que decide cambiarte el rumbo de la vida. Lo hace sin tener en cuenta tu opinión. Tú solo puedes adaptarte o morir. Es justo lo que dice Darwin. En su teoría de la evolución. El mundo lo tenemos en frente y somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a él. A los cambios que nos esperan.

En estas situaciones es donde te das cuenta de tu capacidad de reacción y de la actitud que tienes frente a la vida. Haber contraído esta enfermedad ¿Es malo, horroroso o simplemente es una enfermedad más? También podías haber desarrollado un cáncer y morir en menos de seis meses. Como ves, tu actitud marcará el rumbo de tu vida.

Amigo/a, según lo que interpretes de la enfermedad, así la enfrentarás y así te condicionará. Contesta a esta pregunta para ver cuál es tu miedo.

Qué te preocupa realmente más de la enfermedad. ¿El rechazo social que recibirás o la medicación de por vida que tendrás que tomar? Si es por el primer motivo, debes saber que cambiando de actitud, tu forma de ver e interpretar los sucesos será diferente. Esto es justo lo que ha hecho Lucía.

Los primeros meses fueron devastadores. No levantaba cabeza. No se lo podía creer. Se cuestionó toda su vida. Qué había hecho ella para merecer tal castigo y sobretodo, qué iban a pensar los demás. Pero gracias a la terapia psicológica entendió que el problema era su forma de entender la enfermedad. Se trata de aceptarla y aprender a vivir con ella.

Ahora que ya sabes un poco más sobre la enfermedad, ¿te das cuenta de lo injusto que es juzgar a las personas y sobre todo, aislarlas por su condición de ser portadores de una enfermedad en concreto?

Por Omar el Bachiri

Psicólogo y escritor