¡Todos manipulados!

¡Todos manipulados!

Nov 2, 2022 0 Por Omar El Bachiri

La manipulación es inevitable porque es un medio para conseguir nuestros objetivos personales, con lo cual, todos manipulamos de una manera u otra. Un bebé cuando llora está buscando la atención de sus padres para que satisfagan sus necesidades. Sucede igual con los padres tóxicos cuando obligan a los hijos a seguir un camino en concreto, a estudiar una carrera o aprender un oficio determinado. Son padres que se ven proyectados en sus hijos para satisfacer alguna carencia emocional, académica o profesional, piensan: “si yo no he podido ser esto, tú lo serás por mí”. Del mismo modo, si no ponen límites al bebé que llora para conseguir sus objetivos, se puede convertir en un hijo tirano y acabará manipulándolos emocionalmente porque no habrá aprendido otras formas de hacerlo y lamentablemente, será un adolescente frustrado y enfadado con el mundo. Pero igualmente, una forma de explicar la manipulación es a través del acondicionamiento clásico, este método se basa en asociar un estimulo neutro a una respuesta como por ejemplo el hambre o la sed y de esta manera en cuanto vemos la imagen o sentimos el ruido condicionado sentimos unas ganas irrefrenables de consumir el producto.

Vamos paseando por la calle y de repente vemos la imagen de una hamburguesa o bebida anunciada en los medios de comunicación y sin darnos cuenta ya estamos entrando en el local donde venden la mercancía anunciada. Es inevitable y además, le hemos asociado el bienestar, hemos asociado dicha mercancía con un momento de placer e instantáneamente nos surge la emoción de alegría. La publicidad es una herramienta abismal en este sentido, nos crea necesidades inexistentes o potencia las que ya tenemos, como la de protección, la de estatus social o la de ocio. Entonces, con la ayuda del neuromarketing le resulta todavía más fácil manipularnos, esta segunda herramienta se encarga de hacerlo a través de los sentidos, del oído, del tacto, de la vista, el olor y del gusto. Nos genera la sensación de placer o malestar y consecuentemente surge una emoción positiva o negativa. Tres ejemplos bastante claros son el agua embotellada, los perfumes y los coches y es que finalmente, la función de la publicidad además de crear la necesidad también influye en la autopercepción que sentimos. El producto vendido genera una sensación de aumento del estatus social y al mismo tiempo nos aumenta la seguridad subjetiva.

Por eso mismo es tan importando conocer las necesidades, preocupaciones y deseos de la población que se quiere manipular porque a una sociedad deportiva y que le gusta ir en bici en todas partes, será muy difícil venderle un coche pero en cambio, si conseguimos asociar el vehículo con un estatus social en concreto, elegancia y poder adquisitivo, incentivaremos a la población que vive de apariencias a comprarlo. Le estaremos diciendo que con nuestro coche será alguien importante, elegante y los demás lo verán como alguien interesante. Por su parte, si queremos vender agua embotellada, le añadiremos sensaciones y emociones agradables porque todos somos conscientes de su importancia, si no bebemos nos morimos pero claro, esta es la función del agua, hidratarnos igual que la de la comida es alimentarnos. Entonces, si queremos destacar entre la competencia tenemos que asociarle sensaciones placenteras como por ejemplo, la de libertad y la de energía, que solo estar cansados nos venga a la mente el producto anunciado. Referente a la libertad se trata de poder ir a correr o pasear y que la botella no sea un estorbo.

Después, si queremos vender cremas hidratantes o perfumes tenemos que transmitir un mensaje de rejuvenecimiento o antienvejecimiento y por la parte del perfume, tenemos que crear la sensación de conquistadores, que con el aroma que desprenderemos la otra persona caerá redonda a nuestros pies. Esta es la base de la manipulación, obtener el poder, el control de la situación y otro ejemplo muy común es cuando una parte de la sociedad critica a la parte que no quiere tener hijos. Dicen frases como: «siendo mujer tienes que ser madre, es tu función biológica o siendo hombre, es de egoístas no dedicar tu tiempo al cuidado de los niños».

Luego, por otro lado también dicen: «cuando seas mayor tendrás quien te cuide o ser padres se una experiencia maravillosa». Es decir, están utilizando información dual, por un lado una negativa y por otro una positiva, cualquier manipulación lo hace, se trata de crear miedo y alegría con la finalidad de imponer nuestro propio criterio. Por un lado la información negativa nos puede quitar el bienestar, como puede ser el trabajo, el dinero y la salud y por el otro, la alegría nos puede dar trabajo, dinero y mantenernos sanos. Así pues, las dos maneras de conseguirlo es de forma directa o indirecta, la primera es imponiéndose abiertamente pero en contrapartida, la otra parte puede revelarse y encararse. Sin embargo, la indirecta tarda más en hacer efecto pero la parte contraría lo interpreta como que ha tenido opción de elección y ha elegido la nuestra porque es la más viable o favorable, evitando así cualquier conflicto.

Un ejemplo muy claro es el coronavirus, la mayoría de los ciudadanos estamos vacunados, aunque no todos lo hemos hecho por los mismos motivos. Esta respuesta mayoritaria a la inyección ha sido obtenida de forma indirecta porque en ningún momento nos han obligado, aunque en cierto modo si lo estábamos. La presión grupal era abismal, venía de los gobiernos, de los medios de comunicación y del conjunto social por completo, amigos, familia y compañeros de trabajo. Por un lado nos atemorizaban diciéndonos que si no nos vacunábamos podríamos matar a nuestros padres y abuelos y por el otro nos decían que la vacuna era nuestra salvación pero paralelamente, si  larechazábamos  nos limitaban la interacción social. No podíamos ir al bar, restaurante, gimnasio, peluquería, viajar, etc. es decir, quedábamos aislados socialmente y la pérdida de libertad de movimiento es una fuente de trastornos mentales. Con esto quiero decir que hay quién se ha vacunado para poder circular libremente, quien lo ha hecho por no escuchar más las represalias sociales y quien confía plenamente en la vacuna o por solidaridad social, para contribuir con su alegría.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor