Abulia, la pereza extrema
Sep 25, 2023Todos tenemos días donde estamos agotados o simplemente no tenemos ganas de hacer nada, sólo queremos estirarnos en sofá. Pues, la abulia es justamente este comportamiento pero llevado al extremo, es la ausencia de voluntad, la falta de interés en cualquier cosa o actividad. La persona que la sufre vive en la apatía y se mueve por inercia, como si fuera un robot donde sus conductas están programadas para reaccionar de una manera determinada dado que, ha perdido la ilusión y esto se traduce en la falta de motivación. Deja de interactuar socialmente, sólo sale de casa para ir al trabajo, a la escuela y/o para hacer la compra, es decir, por obligación. Igualmente, si tiene pareja sentimental también se aleja de ella, deja de ser afectiva y además, pierde la líbido, no quiere ni hablar de mantener relaciones sexuales.
Por lo tanto, siempre que no haya un problema médico la solución para no caer en este trastorno pasa por no dejar de hacer las actividades que nos aportan bienestar. Paralelamente y continuando con la misma dinámica es imprescindible realizar actividad física de manera regular, aunque sólo sea andar una hora diaria. Hay que entender que el cuerpo es perezoso por naturaleza porque busca la supervivencia y por lo tanto, cuanta menos energía gaste en actividades no imprescindibles, más le quedará para su funcionamiento. Pero, también posee la capacidad de adaptación y si lo acostumbramos a la actividad física sucede exactamente lo mismo, querrá repetir y nos pedirá más.
Un ejemplo es la lectura, cuanto más leemos, más ganas tenemos de continuar leyendo o cuando vemos una serio de televisión que nos engancha, es empezar y no para hasta ver toda la temporada en pocos días. Entonces, con el ejercicio físico es similar, en cuanto empezamos a hacer el organismo se engancha a él y después ya no quiere dejarlo. Además, otro añadido es que este dinamismo físico provoca que el cerebro segregue ciertas sustancias químicas como por ejemplo la dopamina. El neurotransmisor que provoca la repetición de las conductas placenteras y también que estemos más atentos y concentrados, evitando así el automatismo y la inercia. Así mismo y simultáneamente, también sentimos placer por la actividad que estamos realizando, dando como resultado la adquisición de nuevos hábitos.
En definitiva, aunque parezca surrealista, para tener energía y ganas de hacer cosas hay empezar gastando la poca que nos queda una vez acaba la jornada diaria. El organismo es una máquina que se retroalimenta por si mismo, los pensamientos conducen a la acción y esta provoca que el cerebro segregue las sustancias químicas. Por lo tanto, más nos movemos, más contentos y satisfechos estamos con nuestra vida y por ende, más alejado estamos también de los estados depresivos.
Por: Omar el Bachiri
Psicólogo clínico y escritor