Adolescentes adictos a las nuevas tecnologías

Adolescentes adictos a las nuevas tecnologías

Jun 30, 2023 0 Por Omar El Bachiri

Referente a estos aparatos electrónicos y a la edad de sus consumidores también se podría hablar del mal uso y por desgracia, de su abuso y posible adicción. Cuando el menor ha aprendido que para calmar la angustia sufrida por la frustración la opción más sencilla y rápida es utilizando el teléfono móvil, la tablet, el ordenador portátil, etc. es muy sencillo caer en la asociación “matar el tiempo igual a placer”. Igualmente, dejar de pensar en los problemas o el malestar interactuando con las nuevas tecnologías también es sinónimo de poca capacidad de la gestión emocional, de la no aceptación de los sentimientos surgidos como puede ser el aburrimiento. Este sentimiento mal gestionado es uno de los peores porque podemos hacer cualquier tontería con tal de estar distraídos, el crío es capaz de estarse más de cinco horas seguidas conectado sólo para no pensar. No ha aprendido otras maneras de hacerlo como pueden ser el ejercicio físico, leer, ver programas televisivos constructivos, etc. Es decir, actividades que mejoren y/o potencien la inteligencia emocional. Unas actividades que podrían potenciarse en casa aunque empiecen fuera de ella como por ejemplo: el trivial, monopoly, parchís, ajedrez, damas, etc.

Unas actividades fáciles de realizar y que además, mejoran las relaciones humanas uniendo la familia y consecuentemente, aumentando la satisfacción de formar parte de ella. Una familia que actualmente tiene dos vertientes, la monoparental y la formada por los dos progenitores conjuntamente. Esta distinción es interesante matizarla dado que los padres separados tienen más dificultades a la hora de marcar límites a los hijos porque ninguno de ellos quiere ser el malo de la película, ambos quieren ser el amigo del hijo. Entonces, raramente le condicionan el horario o la manera de utilizar estos aparatos y menos todavía controlan la gente con quien interactúa, gente de cualquier parte del mundo y de todas las edades. El miedo a  perder peso sobre el otro progenitor y que el hijo se decante por él condiciona totalmente la relación con él, volviéndose a menudo muy permisiva, esto por un lado y por el otro, está la comodidad de los padres. Es ilógico por no decir irracional que un niño menor de 15 años tenga teléfono móvil a no ser que los padres quieran saber dónde estar en todo momento. Qué necesidad puede tener el menor de utilizar el teléfono a no ser que sea para jugar o entrar en internet.

Pero paralelamente, también es más sencillo darle al menor un aparato electrónico y que aprenda por sí mismo a gestionar su malestar, en vez de intentar averiguar qué le sucede, por qué llora tanto o por qué está llamando la atención. Unos comportamientos que muchas veces vienen por el aburrimiento, el niño no sabe cómo gestionarlo y necesita que alguien le solucione la situación. Entonces, los padres con todo el amor del mundo le facilitan el acceso al mundo virtual, un mundo paralelo pero que mal utilizado es una fuente de dolores de cabeza. Con esto quiero explicar que la adquisición del comportamiento abusivo empieza en casa, cuando los padres lo refuerzan, cuando se ven desbordados por la atención demandada por el crío. Por lo tanto, en vez de dedicarle tiempo, le dan el aparato electrónico y así ellos pueden continuar con sus tareas. Están utilizando la nueva tecnología como chupete o sustituto de los abrazos y palabras para calmar una situación típica de la niñez, la rebelión o la necesidad de atención (papa, mama, ¡mira qué hago!).

Ahora, tampoco hay que confundir el uso puntual con el sistemático dado que este segundo es el culpable del abuso y posible adicción. Sin embargo, el puntual es incluso recomendable por dos motivos diferentes, el primero porque el niño lo ve como un premio y no como un derecho, entiende que el hecho de insistir no garantiza obtenerlo.

Por su parte, el segundo es por los padres, para no tener que buscar una solución en aquel preciso momento, tienen que controlar la situación de inmediato y recurren a la tecnología. En cambio, el sistemático crea una asociación agradable entre el objeto y la conducta creando así el sentimiento de satisfacción. Igualmente, es interesante saber que un niño hasta los 8-10 años su manera de aprendizaje más común es el vicario (aprender viendo a los demás), entonces, si ve a los padres enganchados todo el día al teléfono móvil y/o al ordenador, lo encontrará normal y querrá hacer igual que ellos.

Por lo tanto, copia su comportamiento y usa el método ensayo-error, si la conducta es reforzada la asimila y si es castigada, se elimina de su repertorio conductual. Pero todavía más, dejaré una pregunta en el aire: – si durante la hora de comer estando todos alrededor de la mesa en vez de estar conversando o viendo la televisión, los progenitores están interactuando con las nuevas tecnologías,  ¿qué ejemplo estarán dando a los hijos?- 

Pues, uno de mal uso, se está enseñando que las personas del otro lado del aparato tienen preferencia sobre las que están sentadas con ellos, que sus palabras son más importantes que las del resto de la familia. Esto por una parte y por la otra, se anula la creatividad dado que esta surge muchas veces debido al aburrimiento o por la falta de atención social. Es decir, cuando queremos llamar la atención de alguien nos las ingeniamos para conseguirlo como sea pero si de pequeños cada vez que lo intentábamos nuestros padres nos enviaban a jugar con los aparatos, nos han enseñado que no sirve de nada esforzarnos porque por mucho que lo intentemos, el resultado siempre será el mismo, jugar con la electrónica. Con lo cual, hemos interiorizado que para ser atendidos o escuchados es mejor hacerlo por medio de la tecnología y por eso mismo, tantos críos aunque estén en la misma habitación se comunican a través de la tecnología y no en persona.

Es más, el mundo virtual es un lugar hecho a medida, un lugar donde podemos encontrar respuestas totalmente ajustadas a nuestros problemas e ilusiones pero lamentablemente, también es la mejor manera de sesgar la realidad dando como resultado la dependencia a los aparatos electrónicos. Nos volvemos dependientes a las respuestas positivas como pueden ser los likes de las redes sociales, nuestro estado anímico se ha vuelto dependiente del icono positivo.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor