El trauma psicológico

El trauma psicológico surge como consecuencia de afrontar una situación altamente intensa, sin tener las herramientas cognitivas necesarias para gestionar las emociones posteriores. A modo de ejemplo serían las agresiones físicas, atentados terroristas, escenarios de guerra, accidentes de circulación, catástrofes naturales, etc. Situaciones inesperadas y con un elevado impacto emocional. No entendemos qué está pasando y consecuentemente, tampoco sabemos cómo reaccionar, nuestra mente se queda bloqueada o reacciona de forma contraria a como nos lo esperábamos dado que se ve superada por las circunstancias.

Por lo tanto, para no traumatizarnos o por lo menos, recuperarnos del malestar, primero tenemos que rechazar la culpa y segundo, aceptar que no todo depende de nosotros dado que vivimos en sociedad y simultáneamente, entender que el planeta se autorregula él mismo. Con lo cual, igual que provoca terremotos, también provocará inundaciones, activará volcanes y alterará cualquier zona geográfica que quiera, estamos en su casa. Así que, tenemos que apechugar y adaptarnos a él y no pretender que sea al revés. Con esto quiero decir que a pesar de estar preparados para los acontecimientos, ocurrirán de igual modo, de una manera u otra pero sucederán.

Aquí, la cuestión es tener las herramientas mentales para aceptarlo y posteriormente, afrontarlo de forma no perjudicial y la manera más eficiente de hacerlo es no autoculpándose por lo que ha sucedido. Digamos que estamos paseando por la calle y nos agreden, pues automáticamente nos convertimos en víctimas, no en culpables pero nuestra mente puede tergiversar la situación e intercambiar los roles. Puede hacer que nos sintamos culpables y consideremos a los demás como víctimas de las circunstancias.

Por lo tanto, es de vital importancia defender nuestro rol porque sólo así evitaremos el trauma, entendiendo que no ha sido culpa nuestra porque teníamos las herramientas necesarias para afrontar la situación pero ha venido por sorpresa y la mente humana no está diseñada por eso. Explicado de otra manera para matizar esta última frase, todos nos asustamos cuando oímos un ruido de repente, sin previo aviso. ¿Qué susto!, exclamamos.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor