Dinero, bienestar y salud mental

Dinero, bienestar y salud mental

Mar 10, 2024 0 Por Omar El Bachiri

Son una tríada perfecta y quien pueda disfrutar de los tres conceptos a la vez es afortunado porque, tanto la gestión del dinero, como la capacidad de apreciar nuestros bienes materiales condicionan nuestro estado anímico y como tal, también nuestra salud mental. Con esto quiero decir que la gestión económica es el factor más importante porque dependiendo de cómo lo hagamos, el resultado puede resultar en una fuente de malestar o de alegría. Luego, el siguiente factor a tener en cuenta es la capacidad de relativizar las situaciones y apreciar nuestros bienes materiales, porque hay gente que posee casas por todo el país, una cuenta bancaria abultada o incluso varios vehículos, y está la gran parte del tiempo aburrida, deprimida o amargada, en vez de estar relajada y alegre porque no tiene preocupaciones económicas. En cambio, en la otra cara de la moneda, hay quien no tiene tanto dinero, ni posesiones y que vive de alquiler o pagando una hipoteca y se comporta exactamente al contrario, sonriendo la gran parte del tiempo. Esto es así, porque enfoca su gestión económica a disfrutar del dinero, no a malgastarlos en objetos innecesarios, sino, en productos o momentos placenteros. Es alguien que busca disfrutar de cada cosa que hace y compra porque entiende la función del dinero, y no es más que intercambiarlo por tiempo y también, una herramienta para lograr nuestros objetivos personales.

Por lo tanto, la riqueza económica se calcula en tiempo y no en valor absoluto, como se tiende a pensar. Así pues, para calcularla tenemos que saber cuántos días podríamos estar sin trabajar, pero, manteniendo el mismo nivel de vida. ¿Aguantaríamos una semana, un mes, años? Hay quien parece rico porque posee muchas posesiones, pero, no podría dejar de trabajar ni una semana porque se arruinaría, ha equiparado los gastos a los ingresos, por mucho dinero que gane, nunca es suficiente, ha comprado más pasivos que activos y desgraciadamente, los primeros son una fuente de gasto constante. Por el contrario, hay quien podría estarse años sin trabajar porque ha hecho justo lo contrario, comprar más activos que pasivos y con los beneficios que saca de los primeros, mantiene los pasivos. Para poner un ejemplo y así distinguir los dos tipos de personas: imaginemos que ambos ganan 200.000 € en la lotería, entonces, la que compra pasivos, comprará productos que pierden valor con el tiempo o que no producen ningún ingreso.

Por su parte, la que compra activos, comprará productos rentables: una plaza de parking, trastero, local, piso, terreno, etc. y los alquilará y con los beneficios que saque se comprará cualquier cosa que le apetezca. Todavía más, incluso tiene la opción de reducir su jornada laboral porque ha conseguido un ingreso paralelo a su trabajo. Por lo tanto, queda demostrado que la gestión económica puede conducir a la alegría o al malestar e inevitablemente, la salud mental queda condicionada. Por eso mismo es tan importante saber relativizar las situaciones y una manera de hacerlo es comparándonos una vez al año con la gente de nuestro entorno para así, saber cómo está nuestra situación económica y mental. Saber si estamos gastando mucho dinero en productos innecesarios o no invirtiendo demasiado en nuestra salud mental. Nos compararemos con tres tipos de personas diferentes: las que ganan una cantidad de dinero similar a la nuestra, las que ganan más y las que ganan menos. De este modo, podremos observar cómo se enfrentan a la vida y como la interpretan y esto, nos dará una idea de cómo lo estamos haciendo nosotros, si estamos disfrutando de nuestro dinero y bienestar, o lo estamos malgastando. Porque, podemos tener un vehículo de alta gama, pero tenerlo cerrado en el garaje la gran parte del año.

En el momento de comprarlo nos llenó de alegría, pero actualmente, es un pasivo, tenemos que pagar el seguro, la plaza de garaje y los impuestos correspondientes y que sumados, dan una cantidad de dinero nada despreciable. Un dinero que podríamos gastar disfrutando en una escapada de cinco o seis días por cualquier ciudad del continente. Pero, igual que hablo de un vehículo, también pueden ser muebles, ropa, artículos de joyera, etc. Mercancía comprada de manera impulsiva o que con el tiempo ha perdido su encanto, a pesar de haber sido adquirida premeditadamente. Estoy hablando de la capacidad de disfrutar de nuestro bienestar y este está condicionado por el dinero dado que, más tenemos, más cómoda se nos hace la vida. Podemos vivir más cerca de los lugares que nos interesan, tener acceso a la sanidad sin preocupaciones económicas, alimentarnos sin tener que mirar los precios, llenar el depósito del vehículo sin preocuparnos por su precio, etc. Es decir, pequeñas cosas que parecen evidentes pero que, sin cierta capacidad económica, son inviables. Porque no es igual dedicar 50 minutos diarios de transporte para ir al trabajo, que dedicarle 15, como tampoco es igual comer cada día pasta y verduras como alimentarse de manera variada porque el factor económico no es un problema.

Así pues, aunque parezca mentida, hay gente que por culpa de su mala gestión económica, está viviendo por debajo de sus ingresos. Ha comprado productos innecesarios o demasiado caros y lamentablemente, una vez pagadas las facturas, tiene apenas para sobrevivir y como no puede ser de otro modo, su salud mental queda dañada. Es gente con unos ingresos mensuales elevados, pero la deuda acumulada es similar o superior al ingreso anual y, por lo tanto, tiene que estar años pagándola y por desgracia, esto conduce a la frustración dado que, no puede disfrutar de su dinero. No puede ir de vacaciones, hacer escapadas de tres o cuatro días al extranjero, salir a cenar fuera con la pareja, pagar la cuota mensual del gimnasio, etc. Es decir, no puede invertir en su salud mental y, por ende, la acaba dañando porque vive continuamente bajo el estrés. No sabe distinguir entre las necesidades que son básicas para sobrevivir y las que son por simple placer, también necesarias, pero no imprescindibles. Entonces, a causa de la deuda no puede alimentarse correctamente, ni ir al médico tan a menudo como quisiera y por consiguiente, su estado mental se deteriora y con él, su calidad de vida.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor