La metanfetamina: una droga energética, pero letal

Como la mayoría de las drogas ilegales, la metanfetamina también fue creada como medicamento, concretamente para la descongestión nasal. Pero desgraciadamente, se ha convertido en una droga de las más aditivas y consumidas, en parte por su bajo precio, dado que, mayoritariamente, se crea en laboratorios clandestinos. Es un procedimiento casero, combinando sustancias nocivas como, por ejemplo: mata-ratas, tiza, ácido de batería, anticongelante, etc. Entonces, una vez acabada la mezcla, el resultado es un polvo de color blanco y de fácil disolución en agua y etanol (alcohol). Pero, tiene unos efectos energéticos abismales, es una sustancia estimulante muy efectiva porque incrementa tanto la actividad física, como la mental y paralelamente, también disminuye el sueño, el cansancio y el hambre.

Igualmente, es una de las drogas con los efectos psicotrópicos más intensos y duraderos (15-24 horas) y una vez lista para su venta, lo denominan: meth, cristal, speed, entre otros más. En conclusión, si alguien nos incita a consumir esta droga, es igual que si nos estuviera ofreciendo beber gasolina, cianuro, anticongelante o cualquier otro líquido letal. Esta persona está buscando nuestra muerte, por lo tanto, mejor alejarse de ella y paralelamente, informar a las autoridades pertinentes. Pero, ¿por qué es tan potente y provoca una euforia desmesurada?

Pues porque es un derivado de la anfetamina, y, por tanto, provoca la segregación de dopamina por parte de las neuronas y simultáneamente, también inhibe la absorción de serotonina, dando, así como resultado, un estado anímico activo, atento y relajado. Pero como se entenderá, sus efectos sobre el organismo son nefastos porque, igual que crea euforia, también crea una gran adicción y el consumidor acaba tomando cada vez más dosis para conseguir el mismo placer. En contrapartida, el precio a pagar es enorme dado que el organismo, como no descansa, enferma y la persona, se vuelve agresiva, irritable y en los peores de los casos, también paranoica y psicótica.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor