La infidelidad amorosa

La infidelidad amorosa

Feb 29, 2024 0 Por Omar El Bachiri

De infidelidades sentimentales hay muchas, pero la más dolorosa es la amorosa, cuando alguien se entera de que su pareja lo ha engañado, que le ha puesto los cuernos. Que ha ido a buscar sexo fuera de la relación porque no le es suficiente con lo que él o ella, le ofrece. Es una situación desconcertante porque no lo acaba de entender dado que, se supone que cuando hay un problema se busca la solución entre los dos, se sientan y dialogan para llegar a un acuerdo y si este no es posible, la relación se da por finalizada. Cada uno por su lado y a partir de aquí, quedan libres para interactuar sexualmente con quién quieran, sin tener que dar explicaciones. Pero si han cogido el compromiso de estar juntos, no tiene que haber espacio para la infidelidad y, en cambio, en ciertas ocasiones vemos justamente lo contrario. Así que, en este artículo intentaré explicar los motivos de este comportamiento: – ¿por qué hay gente que es infiel a su pareja sentimental? –

Aunque parezca que hay muchos motivos, la verdad es que pueden resumirse en solo tres: el primero, es porque la persona no encuentra lo que busca dentro de la relación; el segundo, porque tiene algún complejo de inferioridad y el hecho de flirtear le sube la autoestima; y lo tercero, es porque realmente no quiere a su pareja, está con ella por cualquier otra razón, pero no por amor. Pero antes de continuar, hay que saber que la monogamia (exclusividad sexual) no es un concepto natural, biológico, sino, que es, cultural (usos y costumbres). Por lo tanto, estamos entrando un tema delicado de comprender, pero aun así, el hecho de no respetar el contrato verbal o escrito entre ambas partes, es poco ético. Es decir, si los dos están de acuerdo en mantener una relación monógama se sobreentiende que no hay lugar para nadie más. Entonces – ¿por qué uno de los dos miembros decide hacer caso omiso al contrato y buscar sexo con alguien más, sin romper antes la relación y así quedar libre para hacer y deshacer lo que quiera? –. Pues, la respuesta la encontramos en la carencia de valentía o en la comodidad de la situación. La persona no se ve con corazón de separarse de su amor o también, porque está cómoda con él, es decir, a pesar de no estar enamorada, mantener la relación le compensa de alguna manera.

Así pues, vamos al primer supuesto: cuando la persona busca el sexo fuera de la relación porque en casa brilla por su ausencia, pero que paralelamente, también es una necesidad fisiológica y, por lo tanto, no satisfacerla puede convertirse en una fuente de malestar psicológico. Por lo tanto, la persona puede estar a gusto con su pareja, pero esta ha reducido la frecuencia sexual drásticamente, ha podido pasar de practicarla dos o tres veces por semana a una cada quince días o incluso, solo una vez al mes. Se ha acomodado a la vida en pareja y decide sacarle importancia a la práctica sexual a pesar de que, durante los primeros meses de la relación es una variable muy importante para no abandonarla. Es tan importando que si en las primeras veces que la practicamos no sale como previsto, hay muchos números de no volver a quedar con la persona. Por lo tanto, puede decirse que es un factor determinante para empezar y posteriormente, mantener una relación amorosa.

Con esto quiero decir que la persona puede amar a su pareja, pero si sexualmente, no la satisface, puede entenderse que vaya fuera a desahogarse. Aun así, es interesante saber que no hay diferencia sexual en este comportamiento, tanto los hombres como las mujeres actúan del mismo modo enfrente esta situación. Así mismo, la biología nos está demostrando que quiere la supervivencia del organismo porque, no satisfacer esta necesidad puede trastornar a la persona. Pueden surgir los sentimientos negativos hacia un mismo: soy poco atractivo o sexualmente inútil. Pero como he escrito antes, la monogamia es cultural y como tal, dependiendo del país y cultura de cada uno, se interpretará de una forma o de otra. Así pues, hay quien no hará nada y acaba amargado, refugiándose en la masturbación como vía de escape; hay quién buscará un/a amante; también hay quién irá de flor en flor, según la ocasión va con una persona u otra y para acabar, hay quién acudirá a los servicios de la prostitución, todo dependerá de su personalidad y situación económica. La persona no se ve capaz de romper la relación porque, aunque su pareja no la satisfaga sexualmente, está a gusto con ella porque le aporta bienestar emocional o económico y separarse sería su ruina emocional o económica. Unos ejemplos serían la persona casada y con hijos o la que es activa socialmente, tiene cierto estatus social que mantener y divorciarse, le supondría una carga económica y emocional demasiado elevada y, por lo tanto, prefiere continuar con la relación e ir a buscar el sexo fuera de su matrimonio para así, no perder la salud mental.

Sin embargo, cuando el motivo es el segundo supuesto, cuando la persona tiene algún complejo de inferioridad, relacionarse sexualmente con alguien más, es más un reto que una necesidad porque su pareja ya la satisface sexualmente, pero, el hecho de flirtear o de conquistar le llena más que el acto sexual en sí mismo. Entonces, el objetivo final no es acabar yéndose a la cama con la persona, sino, demostrarse a sí misma que es capaz de conquistarla. Así pues, esta persona suele ir de flor en flor, no busca un/a amante porque no quiere nada estable y todavía menos, pagará para tener sexo porque no es una necesidad fisiológica, sino, que es emocional y, por lo tanto, no acudirá nunca a la prostitución. Después, en cuanto al último supuesto, cuando la persona no quiere a su pareja y está con ella por cualquier otro motivo, por mucho que haga ella, nunca será suficiente para contentarla. Puede ser muy activa sexualmente, apasionada, romántica, atenta e incluso, muy generosa materialmente, le puede regalar de todo que, siempre irá fuera a buscar más sexo. Porque aunque tenga de todo, emocionalmente no está satisfecha y por desgracia, es la parte más importante, estar bien con uno mismo.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor