El arte de amargarse la vida

El arte de amargarse la vida

Jun 16, 2023 0 Por Omar El Bachiri

Amargarse es todo un arte porque es sinónimo de esfuerzo y determinación, significa ser un artista de las quejas y del malestar constante. Esta persona no entiende que vivir en sociedad comporta la diversidad de opiniones y maneras de hacer diferentes. Pero igualmente, no todo el mundo es capaz de conseguir ser una artista de este arte dado que su principal requisito es buscar ser el centre de atención social y por suerte, la mayoría de la población no necesita serlo. Entonces, la cuestión radica en no canalizar la frustración hacia el malestar y de hacerlo más bien hacia la alegría, en buscar soluciones lo antes posible. Es decir, centrarse más en reconducir la situación que en buscar los culpables, este segundo aspecto se deja para después, priorizando así el resultado productivo.

Pero desgraciadamente, el artista de la amargura es inflexible mentalmente y si las situaciones no salen como él desea, se frustra y se bloquea, siendo la huida, el lloro o la agresión sus únicas vías de escape. Es incapaz de adaptarse ya que sus tres pilares son: caer bien a todo el mundo; Preocuparse de todo, aunque la solución no pase por sus manos y criticar a cualquiera que no piense igual que él. Es decir, somos sus alíados o sus enemigos dado que percibe la vida como una guerra, como una lucha constante contra la sociedad. Por lo tanto, esta manera de pensar condiciona por completo su actitud volviéndola negativa y enfocada en la melancolía. Por un lado, es melancólica porque cree que el pasado siempre ha sido mejor que el presente y consecuentemente, el futuro tampoco será mejor.

Luego, también es negativa porque se ve incapaz de encontrar la parte positiva de las situaciones, dando como resultado la indefensión aprendida (generalizar las situaciones negativas). Es decir, su vida se basa en predecir un futuro catastrófico, en vez de vivir el presente tal cual es, sin etiquetarlo y además, está frustrado porque no entiende cómo puede haber gente que no comparta su versión de los hechos. Entonces, dedica una gran parte de su tiempo a intentar que cambien de idea ya que él es incapaz de adaptarse a su visón, a otra realidad que no sea la suya propia. Es como si le gustara vivir en el malestar, ha adquirido el rol social del amargado y no quiere dejarlo porque se siente a gusto con él.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor