El enamoramiento y su comportamiento

El enamoramiento y su comportamiento

Jul 17, 2022 0 Por Omar El Bachiri

Primero hay que entender que nuestras conductas van condicionadas por nuestro estado anímico y este a su vez, por el resultado de la interacción entre el conjunto de hormonas y neurotransmisores que circulan por nuestro organismo. Su equilibrio es el responsable de nuestra serenidad y de que nuestro comportamiento sea uniforme, sin muchos cambios bruscos. Esto último se denomina homeostasis y significa equilibrio de manera constante y prolongado en el tiempo. Entonces, el enamoramiento lo rompe y crea uno nuevo, con más cantidad de hormonas y neurotransmisores en el ambiente, funciona igual que las adicciones. Nuestro organismo segrega dopamina, serotonina, oxitocina, etc. y esta elevada cantidad de químicos explica nuestro nuevo comportamiento.

Quiero remarcar que la palabra droga significa esto mismo, la creación, modificación o alteración del comportamiento provocado por haber consumido la sustancia o efectuado la conducta. En este caso estamos drogados de amor y para explicarlo mejor me centraré en dos partes del cerebro, la corteza prefrontal y el sistema límbico puesto que la primera es decisiva en la toma de decisiones y en la planificación del comportamiento entre otras más. Por su parte, el sistema límbico lo es con las emociones pero igualmente, la corteza prefrontal también tiene conexiones con él y con más regiones cerebrales. Por eso mismo comenzaré explicando las funciones de este sistema porque es la base del amor, del odio, del rencor y del miedo. De entrada, si por cualquier circunstancia se trastorna, seremos incapaces de gestionar las emociones o ni siquiera de reconocerlas. Dejaremos de tener miedo o euforia y nos volveríamos apáticos, casi psicópatas porque entenderíamos las emociones pero no las podríamos expresar. Es decir, sentiríamos atracción por alguien más pero no lo podríamos expresar ni con sonrisas, ni con ningún tipo de afecto emocional. Por eso mismo cuando estamos enamorados se no percibe en la mirada, en la postura, nos aumenta la temperatura corporal, etc. es inevitable, lo transmitimos sin querer.

Resumiendo, esta región es la responsable de transmitir toda la información a la otra persona, no entiende de idiomas ni de culturas, se activa y lo expresa tal cual, es un comportamiento totalmente emocional pero tan poderoso que bloquea la parte racional, anula temporalmente la corteza prefrontal. La desconecta dando como resultado la desinformación sobre la otra persona porque en este momento de euforia sólo nos interesa disfrutar del momento. De ahí que se diga que el amor es ciego porque no vemos más allá del placer. No tenemos en cuenta si tiene hijos, su estado civil, sus antecedentes penales, el estatus social, la diferencia de edad, si vive lejos de nuestro vecindario, su profesión laboral, sólo nos interesa la sensación de bienestar y/o seguridad que nos genera.

Nos sentimos complementados porque magnificamos sus virtudes y minimizamos sus defectos o nuestras diferencias y paralelamente, exageramos nuestros parecidos. Recapitulando la información, acabo de definir el amor romántico, la primera fase del enamoramiento y dura entre 80 y 100 días, después le sigue el amor maduro. El que decide si continuar con la relación o por el contrario, abandonarla. Pero aun así esta segunda fase no es interminable, dura unos 16 meses, el tiempo necesario para sentir que conocemos bastante a la otra persona o por lo menos, para intuir sus reacciones y pronosticar su comportamiento frente a ciertas situaciones. Explicado de forma resumida, se empieza por el amor romántico y se acaba por el amor maduro, en el primero se piensa que es de por vida, que todo es alegría y paz mental. Se idealiza a la persona, se la adapta a nuestras creencias y costumbres pero transcurridos estos 90 días la corteza prefrontal recupera su estado natural y empezamos a valorar la situación. La juzgamos según nuestros intereses personales y buscamos una correlación entre sus virtudes y las nuestras, buscamos una harmonía comportamental.

Ciertamente, pensando con el amor maduro somos conscientes de que la relación puede terminarse en cualquier momento y por cualquier motivo, entendemos que las personas evolucionan y del mismo modo lo hace la relación y no siempre tiene que ir a mejor. Gracias a este amor podemos soportar y afrontar la separación sentimental de manera productiva o por lo menos, sin perjudicarnos mentalmente. Por otra parte, a nivel evolutivo la separación se entiende como una pérdida de tiempo y de energía porque el cerebro lo interpreta como haber invertido el tiempo de forma estéril. De aquí la importancia de aceptar la situación y entender que ha sido una relación productiva porque hemos aprendido qué queremos y que no deseamos en nuestra relación de pareja. Si no lo hacemos de esta forma es cuando aparece el rencor, el odio y el desprecio hacia la otra persona porque inconscientemente interpretamos que hemos perdido el tiempo.

A continuación y para acabar el artículo, retomo las adicciones, estas tienen su origen en el núcleo accumbens, una región del cerebro que trata todas las adicciones. Quiero explicar cómo afrontar el amor no correspondido o la separación sentimental porque ambas situaciones son una fuente de malestar. Por descontado que la mejor manera de hacerlo es tratándolas como cualquier otra adicción, con la abstinencia total. Tenemos que deshacernos de cualquier cosa que nos vincule con ella, mensajes, objetos, no frecuentar los mismos lugares, ni siquiera pronunciar su nombre. Se trata de mantener contacto cero porque si no, será muy difícil superarlo y todavía peor, puede convertirse en un pensamiento obsesivo igual que lo sería el alcohol, el tabaco o cualquier droga ilegal. Después, es muy aconsejable hacer ejercicio físico porque gracias a él nuestro organismo segregará dopamina y tendremos más energía, motivación y las ideas más claras sobre la situación actual y por lo tanto, nos ayudará a superarla. Igual que la dopamina nos centró en las virtudes de la persona, en esta ocasión lo hará en sus defectos.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor