El GHB, la droga de la sumisión química

El GHB, la droga de la sumisión química

May 2, 2024 0 Por Omar El Bachiri

El GHB o éxtasis líquido: también denominado droga de la violación, pero aunque se denomine éxtasis, sus efectos son todo lo contrario porque en vez de excitar el sistema nervioso central, lo deprime. Ingerido en pequeñas dosis provoca euforia y desinhibición, es como si la persona estuviera embriagada, pero en contrapartida, en dosis elevadas provoca la pérdida de la conciencia y a veces, el coma irreversible. Por lo tanto, estamos hablando de una droga muy potente y peligrosa y además, se suele mezclar con alcohol potenciando así, sus efectos depresores.

Así pues, se entiende que pueda provocar la muerte dado que, todos sabemos de la peligrosidad que comporta mezclar medicamentos ansiolíticos (somníferos y tranquilizante) con el alcohol, somos conscientes que las probabilidades de sufrir un paro cardíaco se disparen. Aun así, cuando somos víctimas de ella, cuando alguien nos la introduce en la bebida no nos damos cuenta hasta que sufrimos sus efectos. Cuando de repente perdemos la conciencia y la recuperamos pasadas unas horas, sin recordar nada, no sabemos qué nos ha pasado. Nos despertamos en una casa extraña, hospital, acera, desierto, etc. sin nuestro dinero, indocumentados o incluso, habiendo sufrido una agresión sexual.

Esto es así porque el GHB es una sustancia inodora e incolora y una vez mezclada con la bebida, pasa totalmente desapercibida. Igualmente, por muchos análisis médicos que nos hagan, detectarlo es casi imposible porque desaparece del organismo unas 10 horas después de su ingestión. También, la característica que mejor la define es la rapidez con la que hace efecto, tarda apenas unos quince minutos después de su consumo y paralelamente, también perturba la memoria retrógrada. Somos incapaces de recordar nada justo antes de su consumo, dificultando así reconstruir el escenario fatídico en el momento de denunciarlo a la policía. Por lo tanto, una manera de evitar ser drogados con ella es no beber nunca del vaso de un desconocido, ni tampoco perder de vista el nuestro.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor