Vivir acomplejados

Viviendo de este modo solo nos espera el malestar porque no hay opción para disfrutar de nada. Sean complejos físicos o materiales, el resultado es el mismo porque, la persona acomplejada valora más sus carencias que sus pertenencias. Si está gorda, valora más estar delgada, si es alta, prefiere ser bajita y a la inversa, igual. De la misma forma, si tiene un vehículo x, desea uno y, nunca está satisfecha y así, con cualquier aspecto físico o material que tenga, vive en la penuria mental. Está frustrada y en parte, es porque se compara con la gente equivocada, no tiene en cuenta el esfuerzo mental o físico hecho por la otra persona. No sabe si está haciendo un gran sacrificio para tener el cuerpo o el material envidiado o simplemente, le viene dado por la genética y el material, por la familia.

Quizás pertenece a una familia adinerada y vivir en el lujo es su estilo de vida, no le supone ningún esfuerzo económico. Por el contrario, ella tiene que hacer muchos sacrificios, cuidar seriamente su alimentación, endeudarse económicamente, pasar por el quirófano, etc. Resumido podría decirse que la persona acomplejada tiene baja autoestima y un autoconcepto negativo, se ve como alguien incompetente en el ámbito deseado en cuestión. Así pues, el autoconcepto es quien determina nuestro estado anímico y en consecuencia, también nuestro estilo de vida.

Él decidirá cómo nos afectan las situaciones problemáticas, si las interpretaremos como malas, horrorosas o como cosas inevitables que pasan en la vida y, por lo tanto, no nos marcarán mentalmente. Después y además la parte más importante, la vida son decisiones y con cada una que tomamos ganamos y perdemos cosas o tiempo. Así pues, tenemos que vigilar cómo gestionamos nuestro tiempo y en qué gastamos nuestro dinero, porque, quizás que lo estamos haciendo de una manera errónea, dado que, estamos buscando vivir como los demás, en vez de hacerlo como lo sentimos realmente. No todo el mundo busca tener muchos bienes materiales, dinero o una determinada silueta física.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor