¡Estás amargada!

¡Estás amargada!

Dic 16, 2021 0 Por Omar El Bachiri

 

Seguramente, todos hemos usado esta frase para describir a alguien. Eres una persona amargada, solo haces qué quejarte. ¡Nunca estás contenta y todo lo criticas!

Pues bien, esta manera de ser viene condicionada por la carencia de herramientas cognitivas para afrontar las situaciones desagradables. La persona es incapaz de disfrutar de los contratiempos, mentalmente es demasiado rígida y no puede amoldarse a las nuevas circunstancias, dando como resultado la frustración. Utiliza la queja como forma de relacionarse socialmente, todo le parece mal, injusto, insuficiente y opina que se podría haber hecho de manera diferente.

Entonces, una de las mejores maneras de interactuar con ella es usando la ironía. La idea es no dejar que nos amargue a nosotros también, la negatividad se contagia fácilmente si no tenemos cuidado. Siendo irónicos conseguiremos que se de cuenta de su comportamiento y seguramente dejará de quejarse tanto de delante de nosotros. Una de las frases que podemos usar es « Eres genial, todo lo ves fatal »  Te acaban de subir el sueldo y en vez de estar alegre, te quejas.

Otra frase sería, « Me encanta cómo eres, lo tienes todo para estar contenta y sin embargo, te pasas el día quejándote, « Cuando sea grande quiero ser cómo tú ». El objetivo de nuestro comportamiento es hacerle entender que estamos hartos de su carácter y que nos da más lástima que placer estar con ella. Igualmente, hay que entender que la amargura es un hábito adquirido y del mismo modo que se ha aprendido, se puede desaprender. Tenemos que empezar abandonando la queja no constructiva, es decir, por cada queja que hagamos tenemos que aportar una solución.

De esta manera nuestro cerebro entenderá que ante las complicaciones siempre hay una posible salida y este pensamiento produce esperanza. Interpretará las situaciones de forma no catastrofista, lo entenderá más como un reto a superar y al mismo tiempo lo considerará una lección. Paralelamente, empezará a prestar más atención a los beneficios que a los perjuicios. Con esto quiero decir que una vez hecha la queja, tenemos que especificar de qué manera nos afecta la situación y por qué. Siguiendo estos simples pasos nos daremos cuenta que no somos el centro del universo y que las cosas no tienen por qué ser como nosotros queremos.

No obstante, con un carácter amargo lo más habitual es que la gente se aleje de nosotros ya que sólo nos fijamos en sus defectos. Sin embargo, si empezamos a fijarnos más en sus aspectos positivos estaremos reflejando empatía y esto atrae. Luego, las cosas fluirán por sí solas y paralelamente nos fijaremos más en los beneficios sociales que en las carencias y así sucesivamente en cualquier ámbito que nos movamos. Con esto quiero decir, que cambiando de actitud modificamos el carácter, con una actitud positiva conseguimos un carácter más apaciguado y esto se traduce en menos úlceras, depresiones y ansiedades.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor