Estereotipos y prejuicios

Los estereotipos son apreciaciones simplificadas y poco detalladas sobre alguien o grupo de personas que comparten ciertas características. Se usan para juzgar en el menor tiempo posible a cualquiera que las comparta, omitiendo cualquier otra diferencia y simultáneamente, se les atribuyen los mismos conceptos, cualidades, virtudes y/o defectos. Es una forma de evaluar a alguien para saber si seremos compatibles o no. Desgraciadamente, predomina el proceso heurístico en vez del algorítmico, este primero  utiliza atajos, sólo procesa una parte de la información para encontrar la coherencia, se trata de buscar una respuesta rápida y aproximada a la real. Sin embargo, en el algorítmico utilizamos toda la información disponible para encontrar la coherencia, aunque eso sí, se tarda más tiempo, pero nos aseguramos una respuesta real.

Igualmente, quien abusa de los estereotipos para juzgar está demostrando su limitación mental porque lo está haciendo a través del pensamiento reproductivo en vez de hacerlo desde el productivo. Este primer pensamiento es muy eficaz para encontrar soluciones de forma rápida porque tenemos toda la información y sólo la tenemos que mezclar y encontrar coherencia, como por ejemplo en las matemáticas, la historia, la geografía, etc. es decir, hechos que ya han sucedido o que no se pueden modificar. En cambio, el productivo es diferente porque se tiene que buscar información en el exterior y contrarrestarla con la que hay presente porque quizás la que tenemos es errónea.

Muchas veces es información adquirida y/o impuesta por nuestra cultura o ambiente social y está bastante alejada de la realidad. “Cuántas veces no hemos oído a nuestros vecinos o amigos criticar la manera de ser de alguien: si está gordo, delgado, es gay, lesbiana, negro, blanco, asiático, etc.” Igualmente, esta manera de ver la realidad social está condicionada por los sesgos cognitivos, son errores de interpretación de la información percibida. No somos críticos con los criterios utilizados para decidir y consecuentemente aceptamos radicalmente la información que refuerza nuestras ideas y nos cuestionamos la que va en contra, por eso mismo tenemos que utilizar más la mente productiva, para estar seguros de nuestras creencias ya que pueden haber sido adquiridas en contextos y situaciones no tan idóneas como pensamos.

A lo mejor nuestro ambiente social anterior, de la infancia o adolescencia era tóxico y juzgaba a las personas por su origen de procedencia o por su aspecto físico y hemos adquirido esa misma manera de proceder con los desconocidos. Los juzgamos antes de conocerlos, estamos haciendo un prejuicio basado en nuestras creencias y experiencias pasadas. Es decir, encasillamos a la gente en los estereotipos que conocemos sin más, sin darnos la oportunidad de cuestionarnos el por qué lo estamos haciendo y sobre todo, si estamos usando una información real o creada por nosotros mismos.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor