La salud mental

La salud mental

Oct 21, 2022 0 Por Omar El Bachiri

 

Una buena salud mental depende de la triada dormir, comer y ejercicio físico. Este conjunto de conductas nos permite disfrutar de un comportamiento estable, constructivo y determinante en la toma de decisiones. Las tomaremos desde el raciocinio, con un pensamiento crítico y enfocado en el bienestar a largo plazo y no movido por la impulsividad del momento. Es una realidad que todos hemos tenido un mal día y movidos por las emociones hemos tomado decisiones contraproducentes a nivel personal, pues imagínate estar condicionado por tu estado anímico en una negociación de mucho de valor. En definitiva, esta triada es la que define nuestra salud mental, si es buena o mala y posteriormente, se ve reflejada en nuestra interpretación de la realidad e interacción social. Porque no es igual hacerlo con dolor de cabeza, de muelas o de espalda, que hacerlo en plena forma.

Desgraciadamente, el dolor es un condicionante enorme para disfrutar del bienestar, cuando estamos enfermos o tenemos algún hueso roto es frustrante la sensación de impotencia conductual, nos vemos limitados para continuar con nuestra rutina diaria. Igualmente, las palabras y los gestos de los demás no se interpretan de la misma forma puesto que una sonrisa se puede confundir con una provocación y bostezar con la indiferencia o lo aburrimiento. Entonces, una higiene correcta del sueño nos permite descansar y así tener energía para afrontar y disfrutar del día siguiente. Una alimentación equilibrada nos aporta la energía necesaria para aprovechar el día y todavía más, nos permite hacer ejercicio físico una vez hemos cumplido con las obligaciones personales. Del mismo modo, hay un cuarto factor, la postura corporal adquirida durante las interacciones sociales y frente de las situaciones cotidianas. Porque no es lo mismo caminar con la espalda erguida que hacerlo incurvado, como tampoco lo es hablar con alguien mirándole a la cara que evitándolo, mirando hacia el suelo.

Esto último que estoy escribiendo se denomina la propiocepción y es un sentido más, igual que el oído, la vista, el tacto, el olfato y el gusto. Nuestro cerebro se guía por los seis antes de dar una respuesta y la propiocepción le está diciendo cómo estamos a nivel mental: si en estado de alerta, de defensa, de tranquilidad. de tristeza, de alegría, etc. Es una información que sumada a los otros sentidos influye por completo en nuestro estado anímico y consecuentemente, en nuestra salud mental. Es decir, nos lo condiciona pero por suerte el ejercicio físico es la clave porque influye directamente sobre el sueño y la postura corporal y de manera indirecta, también sobre la alimentación. Dicho brevemente: dándole preferencia al ejercicio físico nos obligamos a alimentarnos de manera saludable y a dormir correctamente o por lo menos, un mínimo de horas seguidas, para tener un sueño reparador. Indudablemente que si estamos en forma físicamente tenemos menos dolores de cabeza, de espalda, de estómago, de articulaciones, etc. Es decir, que la salud mental es bidireccional, condiciona el estado físico y paralelamente, es condicionada por él, es una retroalimentación en toda regla, “mens sana in corpore sano”.

En definitiva, es así de sencillo de explicar porque la alimentación puede alterar por completo nuestro estado anímico: lo puede deprimir, excitar o adormecer. Por su parte, la falta de sueño tampoco se queda atrás porque nos vuelve ansiosos, irritables y nos deja sin energía para poder afrontar y disfrutar de nuestro día a día. Finalmente, la postura corporal condiciona el surgimiento de las emociones e incluso, puede determinar como sentirnos. Con lo cual, como he escrito antes, el ejercicio físico es la clave porque influye en la segregación de algunas hormonas y neurotransmisores y gracias a sus funciones estamos más tranquilos, relajados, contentos y dormimos mejor. También influirá en la postura corporal porque nos evita las posibles lesiones físicas y nos mejora las que podamos tener además, de que mentalmente estamos más atentos y predispuestos a actuar, con lo cual, tomaremos mejores decisiones.

Valoraremos las situaciones en su justa medida, con su intensidad y duración, no dramatizaremos por costumbre porque entendemos que no todas son tan malas como parecen en un principio. Mejor aún, somos capaces de utilizar la negación y decir que no cuando la ocasión lo merece sin perturbarnos mentalmente. Paralelamente, vemos las discusiones como una herramienta para conseguir nuestros objetivos personales, así que sólo discutiremos si nos aporta algún beneficio, si no, usaremos la ironía, le daremos la razón a la otra parte para que se sienta mejor. Por ejemplo, le podemos decir: tienes razón, eres el mejor del equipo pero aun así, nosotros también somos buenos, quizás no tan como tú, ¡pero lo somos!

Gracias al pensamiento crítico y a la coherencia conductual podemos interactuar socialmente siendo nosotros mismos, sin tener que mentir ni sentirnos inferiores a los demás y simultáneamente, estamos reforzando la resiliencia. La capacidad de salir airosos de los conflictos o situaciones desagradables y paralelamente, nos mantenemos alejados tanto de las drogas legales como de las ilegales. Unas sustancias increíblemente eficaces para calmar la ansiedad, la angustia, la ira, el miedo, etc. Son capaces de cambiar el estado anímico en pocos segundos desde su consumo, es introducirlas en el organismo y transformarnos por completo. Hay quien las usa para desinhibirse, dormirse, excitarse, olvidarse de los problemas, etc.

En definitiva, cuando no tenemos la capacidad de hacer una buena gestión emocional, nos aferramos a cualquier instrumento externo para regularlas. En muchas ocasiones se traduce en la dependencia emocional y es cuando se abusa de las sustancias nocivas y/o se entra continuamente en relaciones tóxicas. A parte de esto, también es el principal factor de acercamiento a las drogas, la mala gestión de la ira, la rabia, la tristeza, el miedo, la melancolía, la euforia, la alegría, etc. Todas estas emociones mal interpretadas hacen que mucha gente empiece a fumar, beber alcohol, tomar demasiado azúcar, abuse de la medicación psicotrópica o se vaya hacia las ilegales, como son el cannabis, la cocaína, la heroína, las anfetaminas, etc.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor