Juzgar sin conocer previamente a la persona

Juzgar sin conocer previamente a la persona

Dic 22, 2023 0 Por Omar El Bachiri

Antes de empezar a escribir quiero dejar claro que legalmente, sólo puede juzgarnos la justicia y por lo tanto, si no hemos hecho nada ilegal podemos estar tranquilos. Esto quiere decir que la opinión de nuestros padres, familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc.  no tendría que afectarnos mentalmente porque su valor es cero. La podemos escuchar eso sí, pero no tomar en consideración dado que, está basada en su propia realidad y creencias, no es objetiva como la de la justicia. Un juez antes de emitir su veredicto, analiza minuciosamente toda la información buscando cualquier incoherencia para descartar el más mínimo error y así tomar la decisión más justa. La ley está escrita sobre papel y todos la podemos leer, tenemos unos derechos y unas obligaciones. A modo de ejemplo para explicarlo de otra manera, si estamos ciegos o sordos y alguien nos la lee o lo hacemos nosotros mismos, nos quedará claro qué hacer y que no y a partir de aquí, seremos castigados si nos salimos de sus parámetros, no hay margen de error. Por lo tanto, no hay ningún motivo real para preocuparse de los comentarios expresados por terceros como por ejemplo: cuando nos critican por nuestro nivel intelectual o deportivo.

En este sentido, sólo nos tiene que preocupar la opinión de un experto en la materia. Es decir, si somos jugadores de fútbol, sólo nos tendría que preocupar la opinión de alguien que entienda de este deporte; si somos esquiadores sucede exactamente igual, no le daremos importancia a las palabras de alguien ajeno a nuestra disciplina porque si no, acabaremos trastornados mentalmente dado que, no todos tenemos la misma manera de interpretar la realidad. A parte de esto, tampoco conocemos el motivo de la crítica: si es constructiva, destructiva o está influenciada por el efecto Dunning-Kruguer. Un error de interpretación de nuestras capacidades y conocimientos, las sobreestimamos creyendo que sabemos más de lo que realmente sabemos. Es habitual en la persona con pocas habilidades, capacidades o conocimientos sociales y por lo tanto, opina sobre cualquier cosa. A pesar de que todos lo hacemos, la mayoría somos conscientes de nuestras limitaciones, nunca le llevaremos la contraria a un experto en la materia y es más, estaremos encantados de poder conversar con él, para así poder adquirir nuevos conocimientos. Pero lamentablemente, la persona que está bajo este efecto cree saberlo todo y no se le puede rebatir nada, tiene un pensamiento rígido y absolutista, generaliza su talento pensando que destaca en todo.

Quizás sea médico y ya por eso, cree que entiende de política, de inversiones, de vivienda, de conflictos bélicos, de música, etc. Igualmente, otro error en el momento de formarnos una opinión sobre alguien son las expectativas erróneas que tenemos sobre él. No es la persona que nos pensábamos que era, nos hemos hecho una idea equivocada de ella, la hemos idealizado basándonos en los estereotipos y prototipos que tenemos de ciertas personas o culturas y ella entraba en los parámetros. Así pues, ahora se entenderá mejor la típica frase que dice: – ¡La primera impresión es la que cuenta! – Por eso mismo cuando vamos a una entrevista de trabajo o tenemos nuestra primera cita con la persona amada, nos arreglamos según la ocasión. Pero por muy bien vestidos que vayamos, desconocemos su opinión sobre el estereotipo al cual pertenecemos y por ende, podemos no gustarle.

Si el entrevistador odia cierta religión y nosotros la practicamos, automáticamente ya no seremos de su agrado y nos descartará. Es inevitable porque cuando nos guiamos por los estereotipos dejamos de lado la parte racional y nos centramos en la emocional, en las sensaciones transmitidas. De ahí que muchas primeras citas no avancen porque tenemos unos prejuicios sobre el estereotipo al cual pertenece la otra persona y automáticamente, descartamos una segunda cita. Aun así, hay que tener en cuenta que los estereotipos son apreciaciones simplificadas y poco detalladas sobre un grupo de personas que comparten ciertas características. El ser humano tenemos la necesidad de interpretar nuestro medio ambiente por simple supervivencia y así poder decidir si quedarnos o abandonarlo. Tenemos que saber si la persona o grupo que tenemos en frente será un aliado o un enemigo y para poder hacerlo de manera rápida usamos los estereotipos. Entonces, englobamos en el mismo saco a cualquier persona que comparta los mismos conceptos y tenga características similares, obviando cualquier otra diferencia. Resumiendo, usamos el efecto Halo para tomar decisiones sobre alguien, este efecto nos dice que si una persona u objeto tiene un impacto visual, tendemos a añadirle atributos o exagerar capacidades. En algunas ocasiones serán positivos y en otras, serán negativos, juzgamos de forma generalizada, partiendo de una sola característica o calidad.

Se interpreta, que si una persona es guapa o elegante, también será inteligente o si es arrogante, tendrá una personalidad dominante. Por su parte, los prejuicios son juicios anticipados, se juzga a la persona o grupo sin conocerlo previamente. Tenemos un conflicto de ideas, una disonancia personal que puede venir desde la manera de vestir hasta el color de piel, pasando por el lugar de procedencia o simplemente por formar parte de otro grupo diferente al nuestro. Por lo tanto, el error que podemos cometer es enorme cuando juzgamos a alguien guiándonos solamente por los estereotipos, en vez de hacerlo por la objetividad, por su comportamiento general. Pero esta conducta tiene su explicación y no es más que el tipo de proceso utilizado, si el algorítmico o el heurístico. El primero utiliza la información por completo, de este modo, no hay opción al error, acertamos seguro puesto que es un proceso exhaustivo y consideramos todas las opciones. Sin embargo, requiere de mucho tiempo y no siempre disponemos del suficiente para elegir una opción. Por su parte, el heurístico es más rápido porque recorta el camino dado que, sólo explora una parte de la información, explora la más relevante y genera ideas aproximativas pero bastante generales, a pesar de que no garantiza una respuesta acertada.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor