La ansiedad y los miedos irreales nos limitan la vida

La ansiedad y los miedos irreales nos limitan la vida

Mar 16, 2024 0 Por Omar El Bachiri

Aunque la ansiedad y los miedos irreales van de la mano porque ambos tratan de avanzarse a los acontecimientos, se diferencian en el hecho de que la ansiedad es el resultado de la interpretación que hacemos de los miedos irreales. Es decir, es el miedo a tener miedo y como tal, nuestro comportamiento se centra en evitar las situaciones miedosas. Momentos, lugares o situaciones que nos generan miedo, las interpretamos como peligrosas o por lo menos, perjudiciales para nuestros intereses personales. Pero es que, aun estando infundados por nuestra mente, fisiológicamente nos afectan del mismo modo que los miedos reales. El organismo los interpreta de igual modo y por lo tanto, los afronta de la misma manera, preparándose para lo peor.

Unos ejemplos serían el miedo a hablar en público; a la oscuridad; a confrontar nuestros compañeros de trabajo o superiores; a dormir solos; a no poder gestionar una situación en particular. Nos anticipamos a nuestra interacción porque estamos convencidos de que nos equivocaremos, haremos el ridículo, no estaremos a la altura o incluso, que un ser extraño nos agredirá en la oscuridad. Es decir, pensamos que tenemos el poder de adivinar el futuro y damos por hecho, que la situación será exactamente como la imaginamos, sin tener en cuenta que la otra parte también tiene su visión de la realidad. Por lo tanto, está muy bien ser previsores y tener un plano B, pero no tenemos que ser determinantes con él, lo tenemos que dejar realmente como última opción.

Entonces, para no caer en estos pensamientos negativos o salir de ellos, tenemos que cambiar su perspectiva y la manera más sencilla y rápida de hacerlo es buscando el motivo del por qué nos provocan este malestar, ¿por qué nos ponemos nerviosos y no somos capaces de actuar racionalmente? Igualmente, son irreales, no son un peligro, no perderemos ningún derecho vital o privilegio social, entonces, tenemos que intentar sacarle el valor emocional que le hemos asignado. Un valor que dependiendo del lugar y momento cambia sustancialmente y esto demuestra que no es vital dado que, el peligro real siempre provoca pánico.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor