La cárcel, ¿Qué haces en ella?

La cárcel, ¿Qué haces en ella?

Ago 1, 2021 0 Por Omar El Bachiri

Una vez en dentro, tu vida cambia por completo, te has quedado sin libertad. Has perdido el derecho que todo ser humano reclama, la libertad de  decisión, el libre albedrío. A partir de ahora tu vida está dirigida por otros, te marcan las horas de dormir,  de comer y de relacionarte con los demás. Es más, pasas a ser un número, tu nombre pierde significado y valor, con lo cual viendo cómo es la vida aquí dentro, tú decides si quedarte estancado o evolucionar, adquirir conocimientos que más tarde te servirán para no volver a cometer los mismos errores y volver de regreso a la celda. Ten presente que el tiempo no se detiene ahí fuera, la tecnología avanza a un ritmo escalofriante, la sociedad cambia de hábitos y costumbres cosa que seguramente tú no harás, saldrás con los mismos que entraste.

De ahí la importancia de evolucionar, para no quedarte atrapado en el tiempo. Igualmente, una vez fuera tendrás que trabajar en algo legal y la mejor manera de hacerlo es aprendiendo un oficio o estudiando una carrera universitaria. Eso sí, siempre dependerá del modelo de cárcel que cada país quiera para sus ciudadanos. Por suerte, la mayoría escoge el constructivo, el que ofrece la posibilidad de mejorar como ser humano, para que una vez cumplas la sentencia puedas ser alguien de provecho para la sociedad. Luego, por desgracia están las enfocadas en el castigo puro y duro, vives un infierno entre sus muros. Son lugares donde no se busca la reinserción social, sino, el castigo por el acto cometido, su único objetivo es hacerte sufrir para que entiendas que actuaste mal. No tienen en cuenta la capacidad mental de la persona, ni su forma de aprendizaje. No todos lo hacemos del mismo modo, ni a la misma velocidad.

Este artículo se centra en el primer modelo, el que dedica todos sus recursos en conseguir que el preso vuelva ser un ciudadano más, que su paso por la prisión sea una lección de vida, no sólo una privación de libertad. Personalmente, te recomiendo aprovechar el tiempo que estés ahí dentro, escribe, lee y adquiere cultura general. Una vez estés fuera lo agradecerás, podrás ofrecer tus conocimientos a cualquier empresa del sector o incluso montar la tuya propia. Por otro lado, haber sido preso no tiene que ser un estigma, tienes que interpretarlo como haber estado en un centro de aprendizaje para adultos, un lugar donde potencias tu capacidad cognitiva y adquieres herramientas mentales.

Ten en cuenta que mucha gente te juzgará por haber estado en prisión, con lo cual pensando que ha sido un aprendizaje, tu forma de interpretar sus palabras no será de vergüenza, sino de indiferencia porque serás más sabio ya que para adquirir la actitud productiva, primero has tenido que aceptar la situación. Tuviste que entender el motivo por el cual estabas adentro, qué buscabas con la realización de ese acto ilegal. Otro factor importante fue identificar cómo era tu ambiente, la gente que te rodeaba y de esta forma dejaste la actitud rebelde e infantil para dejar espacio a la racional y coherente. Has entrado en prisión siendo un delincuente y has salido siendo un ciudadano respetable.

Como estarás viendo, la opción del aprendizaje sólo aporta beneficios, tanto para ti como para tus seres queridos, ya que ellos también sufren la condena. Están viendo como has perdido la libertad de movimiento, cómo estás dilapidando tu vida y el hecho de saber que le estás sacando provecho a la situación les transmite tranquilidad. Saben que una vez salgas, no cometerás la locura de volver a entrar, algo normal en los presos que interpretan su encarcelamiento como una perdida de tiempo. Como un paréntesis entre un delito y otro, como he dicho al principio, no cambian de hábitos ni de costumbres y en consecuencia repiten los mismos errores. Han adquirido el rol de maleantes y no saben o no quieren deshacerse de él, como tienen la actitud rebelde e infantil, culpan a la sociedad en general de sus problemas (padres, hermanos, amigos, gobierno, etc.), no se responsabilizan de sus actos y menos aún los aceptan, siendo imposible el posterior aprendizaje.

Este tipo de presos son los que que provocan los conflictos en prisión, es su forma de entretenerse, enfrentándose tanto a los guardias como a los otros reclusos. Se creen con el derecho de humillar a los demás y en parte es por su mala gestión del tiempo, no tienen otra forma de afrontar la jornada diaria, las horas les pesan, los días se hacen interminables y las semanas son insufribles. Son personas que en cuanto salen de la cárcel se sienten perdidas, han perdido su imperio, se han acostumbrado a unos horarios para todo y el hecho de tener que decidir entre varias opciones les causa malestar, tienen  miedo a la libertad y cometen cualquier acto ilegal para volver al reclusorio. El lugar donde se sienten protegidas, queridas y con una vida guiada, no tienen que pensar en nada más que no sea comer y dormir.

Lamentablemente o por fortuna, como lo quieras entender, el ser humano somos un  animal de hábitos y costumbres, nos gusta tener una rutina semanal, nos mantiene alejados de la ansiedad. El hecho de tener certeza de cómo será nuestro futuro a corto plazo nos aporta tranquilidad y esto traducido en la cárcel, se convierte en la costumbre de ser productivo o ser un parásito. Siendo productivo deseas potenciar tus aptitudes y sacarles el máximo provecho, sin embargo, siendo un parásito, sólo deseas que te mantengan, ya sea tu familia, amistades o el estado. De ahí que te sientas a gusto actuando fuera de la ley, has aprendido a vivir de la sociedad, no en ella. Te estás aprovechando de los recursos e ingresos económicos que aportamos los demás, interpretas que trabajamos para ti.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor