La depresión

La depresión

Jun 17, 2021 0 Por Omar El Bachiri

Esta enfermedad es conocida por su capacidad de anular las ganas de vivir de la persona que la padece. La deja en un estado de indiferencia por completo y todavía más, no distingue entre clases sociales. Los hunde mentalmente a todos por igual, pueden tener coches, casas, dinero, un buen trabajo, salud, una familia y amigos que los adoren y aún así, consigue que se sientan solos, vacíos e incapaces de disfrutar de su entorno social. Los confunde por completo, no entienden qué les está pasando, empiezan a abandonar sus aficiones, ya no las disfrutan, lo único que quieren es quedarse en casa, tumbados en el sofá o en la cama viendo la televisión o simplemente mirando el techo.

En ocasiones lloran sin motivo alguno, se sienten perdidos, viven en un estado de melancolía eterno. Suena el teléfono y ni se molestan en ver quien está llamando, simplemente esperan a que deje de sonar. Te acabo de dar las dos características principales, la anhedonia y la tristeza profunda. No lo confundas con estar de bajón o tener cambios de humor, la depresión es un estado permanente de tristeza y además, sin justificación. Para poder diagnosticarla, estos síntomas tienen que estar presentes por los menos durante 15 días seguidos y es tan poderosa que hace surgir dos de los peores sentimientos autodestructivos, la culpa y la inutilidad. Luego, la persona se queda sin fuerzas, está tan agotada que muchas veces no come por no cocinar o por no salir a comprar. De igual modo, altera el sueño de dos formas opuestas pero ambas se traducen en un sueño no reparador, por un lado la persona duerme la mayor parte del día y por el otro, tiene insomnio, es incapaz de dormir más de tres horas seguidas.

Paralelamente la enfermedad se agrava y acaba afectando a los procesos cognitivos (el pensamiento), se razona sin claridad y de un modo pausado, en estado letargo. Con el paso de los años, si no se vigila, la persona se descuida físicamente y deja de asearse  adecuadamente pues se aísla socialmente y no interactúa con nadie, vive en su mundo. Debo mencionar también que el consumo de alcohol, tabaco o cualquier droga ilegal empeora la enfermedad. Su explicación se encuentra en los neurotransmisores, concretamente en la serotonina, una deficiencia del mismo está implicado en la enfermedad.

Se ha visto que una disminución del nivel de serotonina se traduce en un estado apático. De ahí la importancia de la medicación antidepresiva, su función es bloquear la reabsorción del neurotransmisor por parte de las neuronas, de esta forma permanece más tiempo en el espacio sináptico, es el lugar donde las neuronas depositan los neurotransmisores,  pero eso sí, tienen que ir acompañados de terapia psicológica. La medicación por sí sola, no tiene sentido pues lo único que hace es animar momentáneamente a la persona. Por su parte, la función de la terapia es buscar el origen del problema y ofrecer herramientas mentales para poder hacerle frente, solo así se sale de la depresión, aprendiendo nuevas formas de pensar y actuar para que una vez se salga de ella, no se vuelva a entrar.

Con lo cual, una forma de evitar caer en depresión es no abandonando tus placeres de la vida, tus aficiones, tu esencia como persona. Aquello que define tu personalidad, así que si en algún momento no te reconoces, analiza qué has dejado de hacer y vuelve a esa misma rutina, por lo menos hasta recuperar la alegría de vivir que tenías antes. Paradójicamente, en bastantes ocasiones el efecto triste y melancólico se expresa de manera opuesta, lo hace en forma de agresión y hostilidad. Este tipo de conducta tiene su explicación en el cansancio, este nos vuelve irritables, con lo cual según nuestra personalidad, la expresaremos de una forma o de otra. Esta segunda forma de afrontarla es la más común entre los adolescentes. Se vuelven hiperactivos, en ocasiones se confunde con el TDA—H, el joven no entiende qué le estás pasando y su rebeldía o pasotismo es su forma de afrontar la situación.

Luego, referente a su heredabilidad, no es que exista un gen depresivo, más bien, se hereda la vulnerabilidad a la depresión, es decir, que si algún miembro de nuestra familia directa ha padecido depresión, las probabilidades de adquirirla aumentan. Eso sí, con la influencia de nuestra personalidad, si somos tímidos, extrovertidos, tenemos baja autoestima o vivimos estresados. Todos estos factores interactúan entre ellos y potencian el desarrollo de la enfermedad. Por otra parte, para hacer un buen uso de la medicación recetada y que surja efecto y además, no cree adicción, se tiene que tomarse durante un mínimo de seis meses seguidos y un máximo de un año. Esto es así porque los resultados empiezan a partir de las 9 – 12 semanas y después de un año seguido pueden crear adicción. Es decir, después del año hay que empezar a reducir la cantidad hasta eliminarla por completo, esto suele durar otros seis meses más. Sólo en casos donde la depresión es mayor tiene sentido continuar con la medicación, pero haciendo parones, nunca más de un año consecutivo.

En contrapartida, en la terapia se enseñan otras formas de segregar serotonina, por ejemplo, realizando ejercicio físico, leyendo, viendo películas, conversar con amigos, es decir, cualquier actividad que genere placer provoca que las neuronas segreguen este neurotransmisor. La cuestión es que la persona adquiera hábitos más saludables y sobretodo que aprenda a gestionar de modo productivo las emociones, que pueda interpretar las situaciones de un modo no tan dramático. No juzgar la vida como buena o mala, aburrida o divertida, sino, a interpretarla como un conjunto de situaciones donde conviven la alegría, la tristeza, el aburrimiento y la diversión. La vida es así, tiene momentos buenos y otros no tan buenos, se trata de aprender a aceptarla tal cual es y de sacarle el máximo provecho.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor