La importancia de tener inteligencia financiera y emocional

La importancia de tener inteligencia financiera y emocional

Ene 27, 2024 0 Por Omar El Bachiri

Tener dinero y gestionarlo de manera productiva nos facilita mucho la vida porque, aunque no de la felicidad, sí que lo hace la manera de gastarlo dado que, la inteligencia financiera nos enseña a interpretar nuestro balance y contexto económico. Después, la inteligencia emocional nos permite disfrutarlo y de no dilapidarlo, comprando movidos por las emociones del momento en vez de hacerlo por el raciocinio. Preguntándonos si realmente lo deseamos o es una manera de calmar nuestro estado anímico porque estamos depresivos, ansiosos, preocupados o eufóricos. Luego, en lo referente al balance económico, nos ayuda a entender la diferencia entre la cantidad de dinero que ganamos y la que gastamos o también, cuánto dinero tenemos y cuánto debemos. Imaginemos que tenemos una cuenta bancaria con 20.000 euros, pero paralelamente, también una hipoteca de 200.000 euros, por lo tanto, estamos en menos 180.000 euros. Del mismo modo, si tenemos un ingreso mensual de 1.500 euros, pero gastamos 1.800, indudablemente, también estaremos en negativo.

Esta segunda situación, sin embargo, es diferente porque está reflejando una clara carencia de inteligencia emocional y solo podrá revertirse trabajando en ella y ampliándola. Segundo, por parte del contexto: nos enseña a ampliarlo porque no es lo mismo administrar un ingreso anual de 16.000 euros, que uno de 50.000 euros. Si estamos acostumbrados a vivir con 1.400 euros mensuales y de repente conseguimos aumentarlo a 1.800 euros, seguramente que al principio estaremos eufóricos y viviremos más confortablemente, pero transcurrido menos de un año volveremos a estar en la misma tesitura económica y emocional. Porque el dinero no nos cambia, sino que potencia nuestra personalidad: si somos ahorradores, buscaremos la manera de gastar la menor cantidad comprando los mismos productos, aunque tengamos miles de euros; si somos dilapidadores, gastaremos sin miramientos; y si somos inversores, buscaremos la manera de hacerlo crecer o por lo menos, de hacerlo trabajar para nosotros, de vivir de su rentabilidad.

Dicho brevemente: la inteligencia financiera podría definirse como el tipo de habilidad que nos permite gestionar de manera productiva nuestro dinero para poder así, vivir como lo deseamos. Por su parte, la emocional es tener la capacidad de gestionar también productivamente nuestras emociones y sentimientos, es decir, de no dejarnos llevar por las circunstancias del momento, damos prioridad a la parte racional. Por lo tanto, uniendo las dos conseguimos autocontrol y no malgastamos el dinero en cosas innecesarias y que luego, pasados unos días se nos instaura el sentimiento de culpabilidad por haberlo hecho. A modo de ejemplo para que se entienda mejor esta última frase expongo las compras compulsivas: digamos que estás en casa tranquilamente viendo la televisión y aparece un anuncio de un perfume, teléfono móvil, ordenador portátil, etc. Pues, si no tienes la capacidad de razonar el motivo del por qué quieres esta mercancía, seguramente entrarás en internet y la comprarás al momento o, cuando estés paseando por la calle y la veas expuesta en las tiendas, entrarás a comprarla. Tu comportamiento no racional provoca que el stock de mercancía innecesaria acumulada por toda la casa se vea incrementado.

Tendrás el armario lleno de ropa que nunca utilizas, zapatos, chaquetas, pantalones, botas, etc. El recibidor, el pasillo, el comedor, etc. incluso el trastero y el garaje se transforman en almacenes improvisados. Pero aun así, solo será un problema si esta mercancía se compra a crédito porque se acumularán las facturas y las cuotas mensuales hasta que llegue un momento donde se vuelva inviable pagarlas. Por lo tanto, viendo el panorama es vital entender cómo funciona el contexto económico y de este modo aprender a gestionar emocionalmente el dinero. Este es como un recipiente que vamos llenando de agua, llegará un punto que se desbordará y el agua se desperdiciará, entonces, tendremos que cambiarlo por uno más grande. Pues la mente funciona del mismo modo, solo somos capaces de gestionar la cantidad de dinero que estamos acostumbrados a tener. En cuanto disponemos de más, no sabemos qué hacer con él y lo malgastamos y esto puede verse en la gente que gana la lotería: una gran mayoría lo utiliza improductivamente y pasado poco tiempo vuelve a estar en la misma situación o todavía peor, endeudada. El sentimiento de culpabilidad o la euforia del momento hacen que reparta el dinero entre familiares y amigos, invierta en negocios sin tener inteligencia financiera o que viva de manera dilapidadora.

Así mismo y para ir acabando, es como tener hambre y no comer porque tenemos un trastorno alimentario o complejos físicos. La comida no es la culpable de nuestro malestar, lo es nuestra manera de verla, de la relación emocional que mantenemos con ella. Pues, con el dinero es exactamente igual, si tenemos mucho dinero pero los gestionamos improductivamente, será una fuente de malestar: ansiedad, angustia, miedos o depresión serán su resultado. Hay quién asocia tener dinero con la soledad porque ha visto que la gente solo está con ella porque paga todas las facturas. Entonces, el problema real es su carencia inteligencia emocional, su manera de interpretar el bienestar porque, en vez de transmitir alegría por su personalidad lo hace por su dinero, es una compra amigos. Por lo tanto, si mejora su gestión emocional, paralelamente, también mejorará la del dinero porque dejará de comprar compañía. Esta se acercará por sí sola, atraída por su talante y maneras de comportarse, es decir, por su personalidad. Todavía más, potenciando la gestión emocional, mejoramos la empatía y con ella, la calidad de nuestras relaciones personales porque percibimos tanto las virtudes, como las carencias y los defectos de los otros y que casualmente, son las características del buen vendedor y comprador: saber qué vender o comprar, como, cuando y a quién.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor