La necesidad de ser diferentes a los demás

Esta es una necesidad característica de la adolescencia, una época donde estamos formando nuestra personalidad. Tenemos las hormonas revueltas y socialmente no encontramos nuestro lugar, entonces, vamos probando peinados y maneras de vestir diferentes hasta encontrar la que nos define mejor. Del mismo modo nos sublevamos contra las reglas y leyes sociales porque las encontramos injustas, no se adaptan a nuestra manera de interpretar el mundo. Queremos imponer las nuestras pero como nuestro cerebro aún no está desarrollado del todo, no tenemos las herramientas cognitivas necesarias para llevarlo a cabo racionalmente, dialogando y negociando. Por lo tanto, gritamos o desobedecemos a los adultos.

Hasta aquí es del todo normal e incluso, productivo porque es una manera más de fortalecer la frustración y con ella la resiliencia que por cierto, es la base para estar alejados de los trastornos mentales. Cuanto menos personalicemos los contratiempos y aceptemos que no todo depende de nosotros, mejor nos irá en la vida. Pero lamentablemente, pasada esta edad ya podríamos estar hablando de alguna carencia afectiva y no encontramos mejor manera de llamar la atención. – Quiero ser diferente pero sólo visiblemente, es decir, no estudiando, ni preparándome profesionalmente -. Es la necesidad de verse diferente en el aspecto comportamental o físico pero no en el cognitivo, que realmente es el más importante dado, que nos facilitará el camino para conseguirlo ya que nos permite ser creativos e innovadores.

Así que, para ser realmente diferentes tenemos que crear un imperio económico, puestos de trabajo, ser astronautas, etc. porque hay poca gente así, la mayoría tenemos trabajos e ingresos económicos similares. Por lo tanto, no hay diferencia entre nosotros, a pesar de vestir, comer y pensar diferentemente. Con lo cual, la pregunta es si todos estos adultos que quieren sentirse diferentes por su aspecto físico o comportamiento pensarían igual si de repente, toda la sociedad nos comportáramos igual que ellos – La cosa cambiaría porque ya no serían diferentes, ¿no? – serían uno más de la sociedad – Por lo tanto y para acabar, la mejor manera de destacar y ser diferentes es aportando valor a la sociedad y para conseguirlo, tenemos que trabajar la mente.

Luego y respecto a la gente que siente que no es un ser humano, sino, más bien un perro, gato, hámster o cualquier otro animal, está muy bien pero entonces, tendrían que comportarse por igual. Es decir, si creen que son un perro tendrían que perder su libertad e independencia y además, tendrían que defecar y mear fuera de casa, en la vía pública. Igualmente, tampoco podrían salir de casa sin estar atados a una correa y tendría que ser bajo la supervisión de alguien más. No se trata sólo de sentirse de otra especie, sino, de comportarse igual que ella, con sus hábitos y costumbres.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor