¿Ser sincero es bueno o malo?

La sinceridad es la mejor opción para ser coherentes con nuestro comportamiento, sobre todo cuando se trata de nuestro autoconcepto. Es decir, cuando alguien se autoengaña sólo le espera el malestar porque sus pensamientos no van en la misma dirección que su comportamiento. Vivirá en la frustración constante porque le será imposible alcanzar sus objetivos personales dado, que no estará preparado académicamente, económicamente, culturalmente o anímicamente para cambiar o mejorar sus hábitos y costumbres. Como no se sincera consigo mismo, no conoce sus límites, virtudes o defectos y se mueve bajo la mentira, actuando como un super héroe pero sin su capacidad de gestionar las situaciones.

Ahora, referente a ser sinceros con los demás ya es otra cosa muy diferente y con esto quiero diferenciar entre dar nuestra opinión cuando nos la piden y cuando no. También hay que diferenciar entre darla a gente de confianza y gente desconocida o con quien no solemos interactuar. Esta diferencia radica en el tipo de respuesta que podemos recibir dado, que no todos somos iguales y según qué formas o palabras usamos pueden causar unas sensaciones u otras. Igualmente, la parte más importante es cómo reaccionaremos nosotros a las respuestas emitidas por la otra parte y es que del mismo modo que emitimos una opinión sin que nos la pidan, también tenemos que aceptar sus consecuencias.

Si no, estaríamos usando la sinceridad como modo de comunicación unilateral, donde únicamente hablamos nosotros y los demás escuchan sin tener la oportunidad de responder. Por lo tanto, somos libres de dar nuestra opinión pero sin faltar al respecto a la otra parte, podemos expresarle nuestros pensamientos si así nos aliviamos o pensamos que le estamos haciendo un favor. Por otra parte, tenemos que ser conscientes de que estamos reflejando nuestra personalidad, dejando así las puertas abiertas a que los demás puedan juzgarnos como extravertidos y sin complejos a la hora de hablar. Por lo tanto, antes de opinar sin más, tenemos que pensar si buscamos una respuesta de aprobación o una de confrontación.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor