La toma de decisiones

La toma de decisiones

Ene 29, 2023 3 Por Omar El Bachiri

Para tomar una decisión y después no lamentarse por ello tenemos que ser coherentes con nosotros mismos y sobre todo, haber estudiado bien los perjuicios y los beneficios. Hay que entender que en cualquier decisión tomada ganamos unas cosas y perdemos otras. De ahí la importancia de la coherencia conductual, de respetar la decisión tomada porque es la que más se ajusta a la coincidencia de nuestro pensamiento con nuestras aptitudes en aquel preciso momento. Se trata de no valorar tanto las otras alternativas una vez hemos escogido una, si no, será un dolor de cabeza constante, viviremos en el ¿y si hemos hecho mal?

En relación a las aptitudes, se pueden mantener, mejorar o perder si no las trabajamos, aunque sean innatas o adquiridas, pueden deteriorarse si no las cuidamos. Por lo tanto, las decisiones tomadas durante la adolescencia no tienen qué ser las mismas que tomemos durante el transcurso de nuestra vida. Pues, con las opciones a escoger sucede lo mismo, no todas son igual de beneficiosas para todos. Aunque nuestros valores sociales no cambien, sí que lo hará nuestra interpretación de la realidad y por eso mismo tenemos que guiarnos por la coherencia conductual del momento, para no dejar espacio al arrepentimiento y de esta manera evitar vivir en el remordimiento. Ahora, entendido esto, es mejor mantenerse alejados de la impulsividad, de tomar decisiones de manera precipitada y si lo hacemos, tienen que ser decisiones premeditadas con anterioridad.

Solo que no hemos podido escoger el momento ni el lugar, se nos ha presentado la oportunidad y la hemos aprovechado. Es decir, aunque sea de forma impulsiva, la idea ya estaba, solo que no teníamos el escenario en frente. Si no va a ser de esta forma, mejor no hacerlo porque guiarse por el estado anímico del momento es contraproducente, dado, que solo querremos disfrutar o liberarnos de él, dependiendo de si es alegre o triste y no tendrá nada que ver con el objetivo real, que es la mejora personal. Porque no es lo mismo cambiar de trabajo o país por culpa del ambiente laboral o social que hacerlo para intentar mejorar o vivir mejor.

Con esto último quiero decir que no hay que guiarse por las emociones o los sentimientos del momento, dado que surgen por alguna razón en concreto. Raramente tienen alguna relación con el objetivo final y lamentablemente, quien se deja llevar por ellos acaba frustrado y/o arrepentido ya que en la mayoría de veces solo consigue calmar su estado anímico pero a un precio más elevado de lo esperado. Se trata de ser objetivos y no tanto subjetivos, la cuestión es tener las ideas claras y trazar un camino a seguir. Como he escrito al principio del artículo, hay que tener claros los perjuicios y los beneficios y paralelamente, aceptar el cambio emocional que produce tener que tomar una decisión determinante, es lógico y normal sentir miedo, ansiedad o alegría e ilusión.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor