La vida es un viaje

La vida es un viaje

Dic 4, 2022 0 Por Omar El Bachiri

Para algunos será un trayecto más corto que para otros pero aun así, tiene que ser un viaje agradable, si ya desde buen principio nos lo dicen: ¡nacemos, crecemos y morimos! Ahora, durante el trayecto somos nosotros mismos quien tenemos que crear el confort y sobre todo, decidir qué tipo de paisajes queremos ver. Por lo tanto, tenemos que determinar hacia dónde vamos y marcar la ruta pero como cualquier camino, siempre hay rotondas para cambiar de sentido o coger el camino más corto. El objetivo del viaje se disfrutar al máximo y sufrir sólo si se necesario y además, intentar aprender del dolor, por eso mismo están los caminos cortos porque una vez hemos aprendido las lecciones es más fácil superar los obstáculos. A modo de ejemplo: si queremos recorrer Europa en coche sería interesante aprender de mecánica antes de partir para así no depender tanto de un taller. Pues en la vida, si queremos disfrutar de ella sería interesante llevar un estilo saludable y así no ser tan vulnerables a las enfermedades.

Esto por un lado y por el otro están las emociones, creencias y costumbres adquiridas durante la infancia y adolescencia, unos conceptos que seguramente en su momento eran eficaces pero que en la edad adulta pierden su eficacia o no tienen ningún sentido. Por lo tanto, una vez entrados en esta nueva etapa los tendríamos que cuestionar. Algunos ejemplos son el miedo, el racismo y los prejuicios sociales aprendidos en casa o en la escuela como también los complejos físicos adquiridos. Unos complejos que tienen su base en nuestras creencias de inferioridad hacia los otros. Por eso mismo estoy diciendo de cuestionarlos porque seguramente siendo adultos ya no nos afectan pero pensamos que sí lo hacen y por tanto, actuamos con rabia, vergüenza, miedo o simplemente nos encerramos en nuestro mundo y nos volvemos anti sociales. Un buen ejemplo es la agresión verbal: esta nunca nos tendría que provocar una respuesta de ataque siendo adultos porque se supone que utilizamos la parte racional del cerebro, entonces, entendemos que la persona provocadora está frustrada y sólo conoce la confrontación directa como manera para desahogarse.

Contrariamente a cómo sucede en la adolescencia donde usamos más bien la parte emocional y queremos demostrar constantemente nuestra valentía porque no tenemos otros valores para autodefinirnos y por tanto, estamos limitados en el repertorio conductual. Dicho brevemente y a manera de ejemplo: no será igual nuestro primer viaje que el décimo, en este último ya sabremos conducir con más seguridad bajo la lluvia o la nieve y también sabremos dónde parar para descansar. Hemos aprendido de los errores y los entendemos como necesarios para adquirir experiencia y es que igualmente, forman parte del viaje, igual que perderse y tener que hacer más kilómetros para llegar al destino final. Seguramente que al principio estábamos dolidos emocionalmente pero actualmente ya no nos afectan de ninguna forma estos errores, por mucho que nos hayan dicho que tardamos mucho en recorrer 1.000 kilómetros o que paramos demasiadas veces durante el trayecto o que nuestro vehículo no es tanto chulo o potente como el de los demás.

Nosotros estamos disfrutando del viaje porque somos conscientes que mucha gente muere durante el trayecto y no importa qué vehículo lleve, ni si son los pilotos o los acompañantes. No nos dejamos acomplejar por las agresiones verbales porque entendemos que todos somos diferentes y no necesariamente tenemos que ser peores que los otros, quizás lo seremos en algunas cosas pero no en todas. Somos adultos y nos podemos autodefinir por muchos conceptos: por el trabajo, los estudios, el intelecto, la empatía, la simpatía, la actitud, etc. Entonces, según sea nuestro ambiente social utilizará unos conceptos u otros para juzgarnos y después nosotros decidimos si estamos de acuerdos o no. Es exactamente igual con los vehículos, si vamos de viaje por los Balcanes, Francia o Marruecos, con un Dacia o un Renault pasaremos totalmente desapercibidos porque allí son unas de las marcas más vendidas. Cómo verás, el problema no es el coche, sino, las ideas y creencias de nuestro ambiente social. Igual que el miedo a las fuerzas del estado, desde muy pequeños siempre nos dicen en casa que si nos portamos mal llamarán a la policía para que nos lleven a prisión y claro, una vez somos adultos y tenemos cualquier problema, ¿a quién acudiremos si no a ellos?, no llameramos a Batman o Superman, ¿verdad?

Recurriremos a la policía, entonces si durante el viaje somos agredidos iremos a hablar con ellos para pedir ayuda. Ahora, quien dice a las autoridades también dice a la oscuridad o a la gente diferente a nosotros, ya sea por su color de piel como por su origen o costumbres. Viajando por el continente nos encontraremos gente con hábitos y culturas muy diferentes a las nuestras pero si tenemos empatía y entendemos las diferencias sociales estaremos como casa, sólo cambiará el idioma porque al fín y al cabo todos buscamos lo mismo, el bienestar y la tranquilidad mental. Con esto último me estoy refiriendo a que todos somos conscientes que la vida dura demasiada poco como para preocuparse por cosas que no aporten alegría o por lo menos, que no nos perjudiquen. Pero desgraciadamente, hay una pequeña parte del planeta que no se cuestiona nunca sus costumbres y menos aún sus miedos, dando como resultado una vida limitada intelectualmente y llena de frustraciones.

Es gente con muchos prejuicios y por lo tanto jamás viajará a ciertos lugares del planeta y si llegara a hacerlo, no disfrutará de la experiencia porque irá con una idea preconcebida y no podrá evitar caer en la profecía autocumplida (efecto pigmalión). Se comportará e interpretará la realidad según su visión del mundo, a través de sus creencias y lamentablemente, están basadas en la generalización de las situaciones. No tienen en cuenta que todos tenemos virtudes, cualidades y defectos diferentes, aunque la escuela se empeñe en demostrar lo contrario y nos eduque a todos por igual. Por eso mismo hay quien adquiere creencias erróneas sobre sí mismo como por ejemplo: ser inútil, despistado, hiperactivo, perezoso, etc. condicionando negativamente así su viaje y encontrándose con más obstáculos de los necesarios. En fín, que según la educación recibida y nuestro autoconcepto recorreremos un camino asfaltado y con autopistas o por el contrario, será un camino de tierra y montañoso.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor