La vida y la muerte

La vida y la muerte

Ene 3, 2022 0 Por Omar El Bachiri

Son el principio y el final de una misma historia, sólo que durante su transcurso según interpretemos cada concepto viviremos en el malestar o en el bienestar. Igualmente, la vida es sinónimo de tiempo y la muerte lo es de su ausencia. Además, ambos pueden interpretarse del mismo modo, como buenos o como malos. Hay quién piensa que vivir significa sufrir, hemos nacido para pasar penurias y que la muerte es la salvación. Por otra parte, hay quién piensa justo lo contrario, que estamos vivos para disfrutar y que la muerte es el final del ciclo vital. Entonces, la pregunta es, ¿Hemos venido al mundo a sufrir o a disfrutar? Según tu respuesta entenderás tu estado anímico y el estilo de vida que llevas (enfocado en las desgracias o en las alegrías).

Doy por hecho qué si piensas que la muerte es el final del círculo vital, debes vivir con mucha alegría y aprovechando cada instante al máximo porque eres consciente que se puede acabar en cualquier momento. Sin embargo, si eres partidario de la primera opción, también doy por hecho que encuentras normal las injusticias y las desigualdades sociales. Con estas suposiciones quiero que entiendas la coherencia conductual, actuar según nuestras ideas. Irrefutablemente vivimos según nuestros creencias y a partir de ellas creamos nuestros valores personales. Si crees que te mereces sufrir y vivir en la desgracia, es lógico que estés en estado depresivo y todo lo veas de color negro.

Ahora, si crees que mereces disfrutar pero, aun así no eres feliz, seguramente es que estás guiándote por el concepto equivocado. Te lo explico de otra manera, ambos conceptos forman parte de nuestra rutina diaria, no hay uno sin el otro. El primero es visto de manera optimista (alegría) y por su parte, el segundo los de manera negativa (miedo). “La muerte nos despoja de los bienes materiales y se lleva a nuestros seres queridos”. Esto que acabo de escribir es la frustración, te sientes mal porque no puedes hacer nada por evitarlo, ella viene y trastorna por completo tu día a día. Es decir, mientras estás vivo tienes la opción de vivir como quieres y eres consciente que la muerte llega sin avisar y alterará tu estado anímico, con lo cual, no hay motivo para dejar de lado tu  felicidad y disfrutarla al máximo.

Este pensamiento seria coherente con tu conducta, pensar con optimismo y actuar con alegría, o pensar en negativo y actuar igualmente con pesimismo. Ir de víctima por el mundo y asegurar que tu situación personal es por culpa de tus pares, familiares, amigos o el mismo gobierno. Todo el mundo tiene la culpa menos tú, ¡Te consideras un árbol y no puedes moverte!

Lamentablemente, mucha gente vive con este pensamiento, actúan con el miedo a  morir en vez de hacerlo con la alegría de vivir. Están centrados en el pesimismo y la negación del placer, dejando de hacer cosas o ir a ciertos lugares por miedo, en vez de hacerlo por alegría, no se atreven a ir a conocer más allá del lugar de su residencia. Vivir experiencias que en su ámbito social no hay, ya sea ir a la montaña, a la playa, al desierto, a grandes ciudades o a pequeños pueblos, etc.

El miedo y la negatividad son su motor para actuar, son capaces de endeudarse de por vida en la compra de una vivienda por miedo a no tener donde vivir. En vez de hacerlo con la alegría de tener un lugar donde vivir. Objetivamente el resultado será el mismo, ser propietario de una vivienda pero subjetivamente será muy diferente, la ansiedad y los nervios se transforman en esperanza e ilusión. Simultáneamente su comportamiento está dictado por la opinión ajena, la gran mayoría de veces no saben decir que no, por miedo a represalias en vez de negarse por convicción o satisfacción personal. También es cierto que el miedo controlado y en pequeñas dosis es saludable e incluso necesario para la supervivencia, pero cuando es incontrolado, injustificado y de forma continua se transforma en patología y condiciona nuestro estilo de vida.

Lo transforma en nuestra manera de hacer, de sentir y consecuentemente condiciona de manera negativa nuestras relaciones sociales. Condicionando en el mismo sentido la información recibida, en vez de hacerlo de manera productiva. Igualmente, con una actitud alegre, los días pasan más rápido porque los vivimos con ilusión y pensando en los festivos y vacaciones para hacer todo aquello que no podemos debido a las obligaciones laborales.

El tiempo se interpreta de manera limitada y somos conscientes que se puede acabar de repente, una enfermedad, una reestructuración laboral, problemas familiares o la misma muerte pueden cambiar por completo nuestros objetivos personales. Por el contrario, con una actitud enfocada en el miedo, aunque el tiempo también se interpreta de manera limitada, se centra más en el pasado, la persona se considera mayor y no está motivada para realizar ninguna actividad que suponga un esfuerzo extra, como por ejemplo hacer ejercicio físico, estudiar, viajar, cambiar de trabajo, etc. Esta última frase es la definición de la actitud derrotista, está basada en los experiencias no satisfactorias del pasado y la persona se acoge a ellas para pronosticar el futuro, sin tener en cuenta el aprendizaje posterior.

Leer un libro, hacer un viaje o ejercicio físico de forma continuada nos aporta bienestar y en consecuencia nuestro estado mental cambia por completo. Con esto quiero decir, que tenemos que vigilar en el autoconcepto para definirnos, tenemos que usar el actual, no el pasado. Hace un año podíamos ser estudiantes y ahora ser profesionales, hemos adquirido experiencia y la estamos usando para tomar decisiones que nos permiten vivir como lo deseamos.

Resumiendo el articulo sería que con una actitud alegre sabemos que no todo depende de nosotros y aceptamos que no siempre tenemos el control. Entendemos que hay situaciones inevitables y que sólo queda resignarse y aceptarlas tal cual llegan. Por su parte, la actitud guiada por el miedo no entiende de descontrol, lo quiere tener todo bien atado y este pensamiento crea ansiedad. La persona se paraliza y es incapaz de avanzar y si lo hace, es con estrés y no disfruta ni del camino, ni del resultado obtenido. Está muerta en vida y es que la toma de decisiones bajo la influencia del miedo raramente es productiva.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor