¿Ser pareja sentimental y padres es compatible?

La pregunta parece ridícula pero que se lo pregunten a los miles de parejas que se han separado desde el nacimiento de su hijo. Lo que se avecinaba como un nido de amor a tres acabó siendo una separación y además, traumática, con reproches y bastante rencor. Parece algo natural que el deseo de formar una familia tenga un desenlace feliz, la educación correcta del hijo y paralelamente el fortalecimiento de la pareja. Por suerte es así en la mayoría de las veces pero en algunas ocasiones, es todo lo contrario y básicamente es por la mala gestión del tiempo y sobre todo, por no modificar las prioridades. La cuestión es ¿Quién de los dos conyugues deja de lado sus aficiones para dedicar ese tiempo en la educación y cuidados del hijo?

Dormir se convierte en un privilegio, hay que levantarse bastantes veces a lo largo de la noche para calmar al bebé y a menudo cambiarle los pañales. Luego, cuando ya tiene 5 años y quiere practicar alguna actividad extraescolar, hay que llevarlo y luego recogerlo. Dicho de otra forma, absorbe nuestro tiempo y no todo el mundo está dispuesto a ceder. Esto por una parte y por la otra, otro factor perjudicial es la inactividad sexual por parte de alguno de los conyugues, tanto el acto sexual, como las caricias y los halagos brillan por su escasez, la pareja vuelca todo su tiempo en el crío y deja de lado a su conyugue. Es como si fuera su compañero de vida, lo tiene para hablar y colaborar con los quehaceres del hogar.

En conclusión, la persona que actúa delegando la responsabilidad del cuidado del hijo olvida que ha sido concebido de mutuo acuerdo y por su parte, la que actúa dedicando todo su tiempo al crío, no tiene en cuenta que este crece y que por simple evolución, acabará abandonando el hogar. Ahora, para no llegar a este punto, ambos tienen que entender que están juntos por elección propia y que nadie les ha obligado a ser padres. Serlo significa dedicación las 24 horas al hijo pero también a uno mismo y eso se consigue negociando con la pareja, no imponiéndose a ella. ¡Porque yo lo digo! Esta es la frase que destruye la relación.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor