Nuestra actitud es un reflejo de nuestro ambiente

Es inevitable, nuestra manera de ser es la suma de las 5 personas con las que más interactuamos durante el mes. Somos su media, entonces, dependiendo de cómo interpreten la vida nosotros también lo haremos. Esta suma se calcula de la siguiente manera: la familia cuenta como una unidad, el trabajo se divide en dos unidades diferentes y los amigos y conocidos en dos más. Con lo cual, según la importancia que le demos a la opinión de estas personas, pensaremos y actuaremos del mismo modo. Nos adjudicaremos sus miedos o alegrías e inevitablemente, también adaptaremos nuestro foco de atención a sus críticas y/o comentarios. Es decir, seremos optimistas o negativos en relación a la vida y desgraciadamente, quedaremos condicionados por las emociones y sentimientos aparecidos en nuestra mente, dando como resultado la felicidad o la melancolía.

Se trata de saber qué estilo de vida deseamos, si uno con mayoría de alegrías o de desgracias y a partir de aquí valorar por nosotros mismos las situaciones que van apareciendo. La vida es un continuo de situaciones y nuestra actitud se encarga de hacer las interpretaciones. De valorarlas como positivas, negativas o neutras y seguidamente las interpretará como lecciones o castigos, es decir, las situaciones son inevitables pero su interpretación es personal. Una persona sorda o ciega no percibirá igual los relámpagos y truenos de una tormenta, a pesar de estar presentes en el mismo lugar. Con este ejemplo quiero hacer entender que dependiendo de nuestro entorno centraremos la atención en un lugar o en otro.

Si la media de nuestras conversaciones gira en torno a los problemas y las carencias sociales y/o personales, indudablemente, interpretaremos la situación como mala, sin embargo, si lo hacemos entorno a las virtudes y las ventajas, la percepción gira 180 grados. La cuestión es saber cómo queremos vivir y una vez tomada la decisión, escoger a quién escuchar y dar credibilidad a sus palabras, se trata de ser coherentes con la decisión tomada.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor