Quejarse de todo sistemáticamente
May 19, 2023Seguramente, todos conocemos a alguien que se pasa el día criticándolo todo: al gobierno, las ayudas sociales, los impuestos, la programación en los medios de comunicación, los temas de debate entre amigos, nuestra manera de vestir, nuestras creencias, etc. Es gente que aun viéndolo todo mal, no hace nada para cambiar la situación porque opina que es una pérdida de tiempo, entiende la vida como una situación estática e inamovible. Con lo cual, adquieren el rol de víctima e intoxican al resto de la sociedad con sus palabras negativas. Unas palabras que pueden hundir mentalmente a quién se las crea dado que van acompañadas de emociones y sentimientos catastrofistas, como por ejemplo: el mundo está fatal, qué futuro más deprimente les espera a nuestros hijos, el país está arruinado, solo hay que desgracias, etc.
Es una mente centrada en las carencias, en vez de estarlo en la abundancia o por lo menos, en el agradecimiento. Es una mente guiada por la subjetividad y el pasado, como hasta ahora la cosa iba de una manera determinada si cambia será para peor, entonces, mejor dejarla como está. Pero es que igualmente, aunque la situación mejore dado que está enfocada en las carencias no lo verá, su rol de víctima no se lo permite. Le ha cogido placer a ir en contra de la sociedad, pronosticar un futuro catastrofista se ha convertido en un tipo de bienestar emocional. Tiene la creencia del control sobre los acontecimientos externos, cree que puede predecir el futuro a largo plazo y esto lejos de mejorar su actitud, la empeora porque vive en la ansiedad continua.
Ve el malestar por todas partes y por ende, es incapaz de disfrutar del ambiente que la rodea, amigos, familia y locales de ocio. Es más, este cúmulo de conductas negativas provocan la aparición de un comportamiento nada adaptado a la evolución personal y consecuentemente, la salud mental se ve perjudicada porque no aprende nuevas herramientas para afrontar la realidad social. Entonces, si queremos estar con esta gente pero no acabar intoxicados hay una manera infalible de hacerlo, siendo irónicos. Es decir, les damos la razón pero exagerando todavía más la situación.
Tienen que ver que no nos importa su opinión y quizás de esta manera dejen de quejarse en frente de nosotros. No se trata de ser desagradables con ellos, sino, indiferentes emocionalmente, de no darle importancia a sus comentarios porque igualmente, tampoco los compartimos. La cuestión es que sus palabras no alteren nuestro estado anímico, es como si estuviéramos viendo una película. Somos conscientes de que son actores y están interpretando un rol en concreto pues con esta gente sucede exactamente igual, están interpretando la melancolía y la desgracia. Por lo tanto, una vez acaba la función y nos alejamos de ellos, seguimos con nuestros pensamientos y modo de vida.
Por: Omar el Bachiri
Psicólogo clínico y escritor