Síndrome del bore out (el aburrimiento en el trabajo)

Síndrome del bore out (el aburrimiento en el trabajo)

Nov 12, 2023 0 Por Omar El Bachiri

Es algo que todos sabemos, que estando a gusto en el trabajo, trabajamos mejor, estamos alegres, concentrados y por ende, somos más productivos. Entonces, todos buscamos un trabajo placentero donde encontrarnos a gusto y así no malgastar las 40 horas semanales que tenemos que dedicarle. Así pues, pongamos el caso que lo encontramos y estamos a gusto, vamos a trabajar motivados pero por circunstancias de la vida la cosa cambia y empezamos a aburrirnos. Las 8 horas diarias se hacen pesadas, es como si el tiempo se detuviera, como si las horas fueran de 100 minutos. Estamos deseando que lleguen los dos días de descanso para evadirnos y alejarnos del malestar que nos provoca el trabajo. Un malestar que puede resumirse en un conjunto de sensaciones como son el cansancio mental, sentirse inútiles, infravalorados, desmotivados, entre otros muchos más. Es decir, en un principio el trabajo nos gustaba pero actualmente ha dejado de hacerlo, ya sea porque la empresa nos ha reubicado, ha modificado nuestra manera de trabajar, ha cambiado los objetivos a conseguir o simplemente hemos evolucionado personalmente, hemos adquirido nuevos hábitos y costumbres y con ellos nuestras preferencias han cambiado.

Porque vivir tiene un coste económico y ahora mismo estamos en un trabajo donde nos ganamos bien la vida porque nuestro objetivo era ahorrar para comprar un piso, un vehículo, pagar los estudios de los hijos, llega a cierta cantidad de dinero, etc. Y ahora que ya lo hemos conseguido no le encontramos sentido a trabajar tan duro e intensamente y por lo tanto, entramos en un bucle donde sólo trabajamos para justificar nuestra presencia y así evitar que nos despidan. Esto seria por la parte de la motivación inicial dado que, tenemos el trabajo para conseguir un objetivo en concreto y por lo tanto, la motivación era temporal, nunca ha sido el trabajo en sí mismo. Así pues, el aburrimiento que podemos estar sufriendo también será temporal porque en cuanto nos centremos en un nuevo objetivo, la motivación volverá a hacer acto de presencia. Es decir, utilizamos el trabajo de manera instrumental, es un medio para conseguir dinero y/o tiempo para disfrutar como realmente lo deseamos: viajando, haciendo deporte, quedando con los amigos, leyendo, yendo de compras, etc.

Por el contrario, cuando la motivación es el placer de ejercer, de realizar el trabajo es muy diferente porque sin él estamos perdidos. Hacer el trabajo nos llena, nos identificamos con él, nos da un valor añadido socialmente porque contribuimos a su funcionamiento, por eso mismo hay tanta depresión entre la gente que está en el paro de larga duración porque a pesar de sentirse capaz de continuar con el trabajo se ve obligada a parar. Es decir, cuando alguna circunstancia externa a nosotros nos condiciona la manera de trabajar es cuando aparece el “bore out” porque el trabajo ya no es agradable y lamentablemente, lo encontramos aburrido, perdemos la motivación a realizarlo y el resultado es la desilusión personal. Incluso en muchas ocasiones, también la social porque el sentimiento de frustración es generaliza a todos los ámbitos en lo cuales interactuamos. Así pues, puede verse claramente la diferencia entre una situación sufrida por evolución personal y una impuesta.

En la primera somos capaces de adaptarnos sin ningún problema porque valoramos más el dinero ganado y/o el tiempo libre del que disponemos gracias al horario laboral. En cambio, en la segunda es bastante más difícil dado que, la motivación está en el mismo trabajo, en la manera de hacerlo y/o el sentimiento de ser alguien especial, del valor social añadido: ser policía, bombero, maestro, economista, arquitecto, mecánico, locutor de radio, etc. Entonces, cuando el cambio laboral llega por parte de la empresa, cuando decide implantar una nueva manera de trabajar, modificar los horarios o cambiar la manera de evaluarnos nos encontramos perdidos o nos sentimos infravalorados. Las tareas que nos encomiendan son bastante inferiores a nuestras capacidades profesionales y como tal, llega un punto que nos sentimos infravalorados, inútiles o que nos toman por incompetentes, que no confían en nosotros.

Igualmente con la nueva manera de evaluarnos, pensamos que es errónea porque no refleja nuestras aptitudes ya que toma en consideración aspectos no indispensables o poco necesarios para desarrollar el trabajo de manera productiva. Inevitablemente, nos deprimimos, entramos en ansiedad y/o nos desmotivamos y cada día que pasa, se nos hace más difícil acabar la jornada laboral. El sentimiento de inutilidad nos consume y lamentablemente como he mencionado más arriba, se generaliza fuera del ámbito de laboral, incluso llegando a instaurarse en el hogar, con la familia, hijos y pareja sentimental. En ocasiones, nuestro carácter se ve tan modificado que altera completamente nuestra interacción social, podemos aislarnos en casa o todo el contrario, podemos volvernos agresivos y discutir con todo el mundo y por cualquier cosa. Dicho de otra manera, el bore out es destructivo, envenena nuestros pensamientos hasta tal punto que podemos enfermar mentalmente y coger la baja laboral por ansiedad o depresión.

Estamos haciendo un trabajo nada gratificante, no le encontramos sentido, no nos sentimos identificados con él y como tal, interpretamos que estamos malgastando nuestro tiempo porque sabemos que somos productivos pero a la empresa no le interesa dado que, tiene otras preferencias hacia nosotros. Dicho esto, hay que decir que el “bore out” también es utilizado como manera de mobbing (acoso laboral), se degrada al empleado esperando que dimita y así no tener que pagarle ninguna indemnización. Igualmente, en ocasiones también es debido en la mala planificación laboral, a la incompetencia de los responsables porque no saben gestionar el trabajo, no saben repartirlo durante toda la jornada. Hay tareas que si son demasiado repetitivas acaban por cansar anímicamente al empleado. Porque estar más de 50 minutos realizando la misma tarea va en contra de la concentración, nuestro cerebro la pierde, se desconecta por falta de estímulos nuevos y empieza a divagar.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor