Somos conductas, ¡no palabras!

Somos el reflejo de lo que que hacemos, no de lo que decimos. Las palabras si no van seguidas de la conducta correspondiente pierden su credibilidad y el emisor es visto por la parte receptora como mentiroso. Digamos que tu pareja sentimental te repite una y otra vez que te ama pero simultáneamente, te maltrata, su conducta está reflejando odio hacia ti o cualquier otro sentimiento negativo, menos amor. Su comportamiento nos está diciendo que es una persona maltratadora y esto es así para cualquier conducta.

Por ejemplo, un viajero es alguien que viaja, no alguien que lo afirma, un deportista es alguien que practica deporte, no alguien que dice que lo hace, un rico es alguien que tiene mucho dinero, no alguien que dice tenerlo, etc. Las palabras seducen pero ya es cosa de cada uno aceptarlas sin más o por el contrario, ser objetivos y fijarnos en los hechos. Si no quieres decepcionarte con la sociedad o alguien en particular, fíjate más en su conducta que en sus palabras. Es decir, ver la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, es la única forma de demostrar lo que se habla. Es curioso como hay gente que predica una religión o se manifiesta a favor de la paz y luego, hace justo lo contrario, roba y/o mata.

Igualmente, esta incoherencia es típica de las redes sociales, lugar donde se promete y se dicen muchas cosas y luego no se cumple ninguna o se hace exactamente lo contrario. Ahora, este tipo de comportamiento es común en las personas sin compromiso consigo mismas. Son incapaces de cumplir con sus objetivos personales y de igual modo hacen con el resto de la sociedad. Son incapaces de vivir el presente sin estar angustiadas y su forma de sobrellevarlo es inventándose un futuro falso, está basado en la fantasía y sobretodo lo adaptan a nuestros oídos, a lo que queremos oír.

Son tan incrédulas que no son conscientes que su presente es el futuro de ayer, el que se inventaron y entran en un bucle sin salida.  Por consiguiente, si eres de este tipo de personas y quieres cambiar tu forma de ser, deja de hablar tanto y actúa más. Asume la responsabilidad de tus palabras y transfórmalas en actos. Luego, para rebajar tu nivel de ansiedad pregúntate porque es tan importante para ti prometer a los demás lo que quieren oír e inventarte una realidad paralela. ¿Por qué no puedes vivir según tus opiniones personales,  medios económicos y sociales?

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor