Trastorno antisocial de la personalidad (TPA)

Trastorno antisocial de la personalidad (TPA)

Jun 4, 2023 0 Por Omar El Bachiri

Es un trastorno autodestructivo que acostumbra a surgir en la adolescencia a pesar de no diagnosticarse mayoritariamente hasta los 25-30 años. Se caracteriza por la nula empatía, la desobediencia a las fuerzas de seguridad del estado y a tener un alto nivel de agresividad. La frustración, la ira, el rencor y la hostilidad son la base de su comportamiento y es que la persona sociópata es alguien arrogante, prepotente y antisistema pero por suerte no es provocado por ningún problema mental o físico. Es decir, no hay ningún trastorno neurológico que provoque este comportamiento, sino, que suele ser provocado por una educación demasiado permisiva (sobreprotección). Igualmente, hay que matizar que esta educación no tiene porque venir de los padres, ellos lo pueden hacer de manera ejemplar pero si su ambiente social premia el comportamiento agresivo y/o antisocial, lamentablemente, tiene muchos números de convertirse en alguien sociópata.

Cuando alguien crece bajo este paraguas piensa que es intocable y que puede hacer todo lo que le apetezca sin tener que asumir las consecuencias. Puede destrozar, robar, mentir, agredir, etc. sin tener que dar explicaciones posteriormente a nadie. Explicado de manera resumida para que se entienda mejor: la persona cree que el planeta es suyo y por lo tanto, puede hacer lo que quiera, incluyendo saltarse la ley porque en parte quiere vivir fuera del sistema social o por lo menos, imponer sus condiciones. Ahora, no hay que confundirlo con la persona rebelde o inconformista dado que ella no es agresiva, sino que simplemente quiere otro modo de vida, cambiar el modelo social. Por el contrario, la sociópata además de también querer vivir a su manera tiene un déficit en la gestión emocional y esto comporta un comportamiento impulsivo, dominado por la agresividad gratuita y en muchas ocasiones también comporta un consumo excesivo de sustancias nocivas para el organismo.

Pero especificando su comportamiento, es similar al de un niño mimado, llorando y agrediendo para así conseguir sus objetivos. Como su resiliencia es casi inexistente tiene un umbral a la frustración muy bajo y consecuentemente, al mínimo obstáculo que encuentra en el camino se hunde y culpa a los otros de su fracaso, se siente incomprendido y no encuentra su lugar en la sociedad. Por eso mismo no respeta sus leyes y las quiere cambiar como sea, quiere una sociedad adaptada a sus necesidades. Pero como he comentado anteriormente con terapia psicológica la situación puede revertirse completamente. La idea es hacer entrar en razón al paciente, que entienda el objetivo de las leyes sociales, de sus ventajas y de las consecuencias que comporta no respetarlas.

Entonces, de manera paralela se trabajan la autopercepción y la autoestima para así mejorar la resiliencia dado que es la clave para superar el malestar. Primeramente se quiere saber qué visión tiene de él mismo y los motivos concretos de su comportamiento y segundo, el psicólogo se centrará en cambiar sus creencias hacia la sociedad por unas más productivas y así ser alguien de provecho, ser un valor añadido.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que será una terapia bastante larga dado que las creencias, hábitos y costumbres están bien anclados a su comportamiento, es como un tipo de terapia de choque. El paciente tiene que ver por sí mismo que si no cambia la manera de comportarse sólo le espera la autodestrucción: acabar en prisión, morir prematuramente (peleas y/o consumo de sustancias nocivas), malvivir, etc. La cuestión es que a pesar de ser egoísta, no domina el arte de la manipulación porque es alguien impulsivo, no tiene la paciencia necesaria como para esperar a que lleguen los resultados, los quiere al momento. Prefiere un resultado satisfactorio pequeño pero inmediato que uno más grande pero a largo plazo. Igualmente, su impulsividad lo condiciona a nivel personal y le dificulta bastante cumplir las promesas realizadas. No las cumple y ni siquiera se molesta en buscar una excusa para disculparse, su ego no le permite dado que se cree superior a los demás.

Pero es que si partimos de la premisa que todo el mundo busca la felicidad, es justo lo que está haciendo, buscar la conducta más beneficiosa. Igualmente, hay que tener en cuenta que su ego está descontrolado y consecuentemente, distorsiona la diferencia entre el mal y el bien social, reflejado sí su nula empatía y su poca capacidad de ponerse en la piel de los otros. Es más, no diferencia entre los ambientes y se mueve por igual en todos ellos, incluso en el núcleo afectivo. No le importa engañar o mentir a su pareja sentimental como tampoco a sus padres, hermanos y amigos más íntimos, la cuestión es conseguir su objetivo. Su carácter tan impulsivo es una barrera para mantener en el tiempo las relaciones sentimentales, la impaciencia le obstaculiza la comunicación constructiva.

Con lo cual, su núcleo cercano es bastante reducido porque saben cómo es y prefieren mantenerse alejados de él porque para oír mentiras constantemente es mejor no estar presentes. Es el precio a pagar por la impulsividad, es incapaz de planificar nada que no sea para ahora mismo, es como si la parte racional de su cerebro estuviera anulada y sólo estuviera activada la emocional. Es decir, si no es placentero e inmediato no le interesa, su mente no puede mantener la concentración en todo aquello que no sea un beneficio inmediato y en muchas ocasiones, la mentira es el camino más corto para llegar. Por lo tanto, entendiendo su comportamiento se puede dar por normal que vaya de trabajo en trabajo, que no dure mucho de tiempo en las empresas.

Por: Omar el Bachiri

Psicólogo clínico y escritor